Pero María guardaba todo esto en su corazón, y meditaba acerca de ello. (Lucas 2:19)
RECUERDA
A los niños les encanta que sus padres les cuenten la historia de cuando nacieron. Quieren saber dónde nacieron, quién estaba con ellos, cómo los cuidaron en sus primeros días y, por más que la sepan de memoria, les gusta oírla una y otra vez.
Si con Jesús fue igual, su madre estaba bien preparada para contarle su historia. Lucas dice: “María guardaba todo esto en su corazón”. En los años siguientes, la vida de María iba a estar llena de los desafíos normales: alimentar al bebé, cambiarle los pañales, preparar la cena, limpiar la casa. Estaba muy lejos de los ángeles y los milagros en el establo.
Pero María recordaba. Y la obra de Dios en el pasado ayudó a fortalecer su fe. Le recordó que, en realidad, ese bebé que jugaba en el piso era el Hijo de Dios. Le recordó que ese niño que hacía sus tareas, un día iba a tener que hacer una tarea mucho mayor como el Salvador del mundo. Sin duda alguna, los recuerdos le ayudaron en los momentos difíciles: el escape de Egipto, el regreso a Nazaret, la muerte de su esposo, seguramente algunas etapas en la adolescencia de Jesús.
María recordaba lo que Dios había hecho—y nosotros también deberíamos recordar. Yo recuerdo que Dios vino a mí en un momento difícil y peligroso de mi infancia. Aun cuando no era nadie importante, Dios me amó, me eligió y dio a su propio hijo Jesús para que fuera mi salvador, sufriendo y muriendo en la cruz por mí y resucitándolo luego de los muertos, para que sea mi Señor. Dios me hizo suya a través del bautismo y ha estado conmigo a través de los peores momentos de mi vida. Sé que él es fiel y que nunca me abandonará.
¿Qué ha hecho Dios por ti? Recuerda.
ORACIÓN:Gracias, Señor, por todo lo que has hecho por mí. Ayúdame a recordar. Amén.
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