También estaba allí Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Ana era una profetisa de edad muy avanzada… Nunca se apartaba del templo, sino que de día y de noche rendía culto a Dios con ayunos y oraciones. En ese mismo instante Ana se presentó, y dio gracias a Dios y habló del niño a todos los que esperaban la redención de Jerusalén.(Lucas 2:36-38)
HABLANDO DE JESÚS
Me encanta el carácter de Ana. Me recuerda a muchas amigas, mujeres mayores que sirven a Dios en silencio, orando y adorando, pero sin hacer mucha bulla, porque eso es normal para ellas. Sin embargo, cuando Ana vio al niño Jesús por primera vez, ¡se puso a hablar de él a todos los que esperaban la redención de Jerusalén!
Ana conocía a esas personas. Las veía cada vez que entraban y salían del templo, y a menudo hablaba y oraba con ellas. Muchas veces habían hablado de la promesa de Dios de enviar un Salvador. Estaban esperando a Jesús.
Así es que, cuando el niño Jesús llega al templo, Ana rebosa de alegría y sale corriendo a contar la buena noticia a sus amigos: Dios había cumplido su promesa y había enviado un Salvador a Jerusalén y a todo el mundo.
Hoy en día esas buenas noticias han llegado a muchísimas personas, incluyéndote a ti. Piensa en lo que Dios ha hecho por ti: te ha sacado de la oscuridad, te ha perdonado tus pecados, te ha rescatado del poder del diablo y te prometido vida eterna en vez de muerte. Todas estas cosas son tuyas gracias al redentor Jesús.
Seguramente tienes familiares, amigos y vecinos que necesitan recibir estas mismas bendiciones. En este nuevo año, pídele al Señor que te dé la oportunidad y la capacidad de compartir con ellos las buenas noticias de Jesús.
ORACIÓN: Querido Señor, mucho me has bendecido con tu amor. Te pido que traigas a [nombre de familiar o amigo] a la fe en ti. Amén.
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