Una multitud usual
“Todavía estaba hablando Jesús cuando llegó Judas, uno de los doce. Lo acompañaba una gran turba armada con espadas y palos...” Mateo 26:47
Es usual que encontremos seguridad en los números. Así fue la noche en que Judas guiaba a la multitud que iba a arrestar al Salvador. No podemos asumir que cada una de esas personas quería llevar a juicio a nuestro Señor. Muchos de ellos probablemente no hacían más que cumplir órdenes, o simplemente estaban siguiendo a la multitud por curiosidad.
En 1982, muchas personas fueron con la multitud, paradas en fila, para ver un poco de arte moderno. Dicho arte era una silla, a la cual se le había atado un revólver a la altura de los ojos. El revólver tenía un reloj puesto para disparar en algún momento en los próximos 100 años. Aún cuando muchos se resistían a sentarse, la muchedumbre los instaba burlándose y desafiándolos a que lo hicieran. La mayoría finalmente lo hacía.
Jesús no se dejaba influenciar ni por las costumbres, ni por lo que los demás decían o hacían. La mayoría de las veces era él el único que daba testimonio del deseo de Dios de rescatar a los pecadores de la incertidumbre de la muerte.
Quienes le seguimos hemos sido advertidos que también seremos perseguidos, y que las muchedumbres se volverán contra nosotros. Ante la presión de los que nos rodean, no podemos menos que decir lo mismo que dijo un monje alemán: “Esto es lo que creo...”
ORACIÓN: Señor, dame fuerza para mantenerme firme en Jesús. En su nombre te lo pido. Amén.
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