Una violencia usual

“Simón Pedro, que tenía una espada, la desenfundó e hirió al siervo del sumo sacerdote, cortándole la oreja derecha.” Juan 18:10

Lo que hizo Pedro nos muestra que, por naturaleza, la humanidad tiende hacia la violencia. Pero, aún así, a veces es difícil creer lo mucho que los hombres son capaces de herirse entre sí.

Hace unos años, un químico, el Rabino Moshe Antelman, inventó una bala para ser usada contra los terroristas islámicos. Es una bala especial, porque contiene una pequeña porción de cerdo. Dado que muchos musulmanes creen que cualquier contacto con carne de cerdo matará sus almas, este nuevo proyectil está diseñado para destruir tanto el cuerpo como el alma del enemigo.

En contraste con la brutalidad de la humanidad, el mensaje de amor de Jesús es totalmente inusual. Jesús vino para salvar tanto el cuerpo como al alma. No sólo le dijo a su discípulo que dejara de lado la espada, sino que también se rehusó a usar sus poderes para defenderse.

Jesús fue el siervo sufriente, el Cordero llevado al matadero sin queja alguna. En su deseo por salvarnos, él fue afligido y castigado… y nunca, ni siquiera una sola vez, se vengó de quienes lo persiguieron. Al hacer esto, nos mostró el significado real del poder.

ORACIÓN: Señor, a veces nos dejamos llevar por las cosas de la vida. Danos una medida extra de paciencia y de comprensión del amor de Jesús. Amén.

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