Se terminó la espera

"Porque mis pensamientos no son los de ustedes, ni sus caminos son los míos", afirma el Señor.

En estos tiempos todos estamos apurados. Tenemos más cosas para hacer y menos tiempo para hacerlas. ¿Cuántas veces nos impacientamos, esperando que el Señor actúe cuando nosotros esperamos que lo haga o de acuerdo a nuestro programa, o nos ponemos ansiosos mientras esperamos que responda nuestros pedidos?

Nosotros pedimos, y Él nos hace promesas para cuando llegue el momento adecuado. Le imploramos, pero se mantiene callado. Nos cansamos y desesperamos. Sentimos que todo está fuera de control, pero Él se mantiene firme, soberano, y continúa amándonos.

¿Qué hubiera pasado si Noé se hubiera cansado a los 50 años de haber construido el arca, cuando todavía nadie había visto ni una gota de lluvia? Razones no le faltaban, pues estaba rodeado de personas fastidiosas que se reían de él y se burlaban de su Dios, quien aparentemente no daba más señales. ¿Qué hubiera pasado si Noé hubiera dich "¡Se acabó, ya he tenido suficiente! Si no haces llover en los próximos días, y me dejas probar a estos que están equivocados, ¡me voy a dar por vencido!"

¿Qué hubiera pasado? Aún así, Dios igual llevaría a cabo su plan cuando llegara el momento adecuado.

Hubo un tiempo en que la gente estaba esperando más que una lluvia. Fue antes de la venida del Mesías. Pablo escribe: "Pero cuando se cumplió el plazo, Dios envió a su Hijo, nacido de una mujer, nacido bajo la ley, para rescatar a los que estaban bajo la ley, a fin de que fuéramos adoptados como hijos"(Gálatas 4:4-5).

En estos días en que andamos de un lado para otro haciendo las cosas "importantes" y atendiendo las necesidades "urgentes", recordemos que Dios se ha revelado a sí mismo a través de su Palabra y ha logrado nuestra salvación—en sus tiempos.

ORACIÓN: Querido Padre celestial, al igual que en los días de Noé, a menudo tenemos que esperar hasta que pasan las cosas. Sin embargo, y al contrario que en los días de Noé, el cumplimiento del tiempo ya ha llegado. Nacido en un establo en Belén, el Salvador del mundo se ha convertido en el mediador entre tú y nosotros, y con la sangre que derramó en la cruz nos limpia de nuestros pecados. Lávanos en esa sangre, querido Señor, y haznos más blancos que la nieve. En su nombre. Amén.

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