Lo que le pedí a Dios en Cuba
De la Palabra de Dios: “El amor que tengan unos por otros será la prueba ante el mundo de que son mis discípulos” (Juan 13:35, NTV).
Pasaron siete años desde nuestra última visita. Y yo creía que estaba preparada para regresar. Pero no lo estaba.
Cuba es uno de esos países que el mundo contempla sin saber realmente qué pensar. Muchos turistas llegan curiosos tratando de comprender el sistema. Otros simplemente aprovechan las playas, las vacaciones baratas y el explorar villas históricas o hermosos paisajes tropicales.
Los cubanos que vivimos fuera regresamos, por lo general, solo para compartir días con la familia y de algún modo ayudar en medio de tanta necesidad.
Así regresamos nosotros.
Pero mi intención hoy no es politizar sino poner en palabras lo que le pedí a Dios que hiciera en mi corazón mientras estaba allí. Yo le pedí perspectiva, y él me la dio. Lo que vas a leer es una corta crónica.
Llegó el único domingo en que estaríamos allí. Ese día éramos 11 para un solo baño en la casa, así que desde muy temprano todos nos pusimos en movimiento para llegar a tiempo al culto.
Sabía que visitaríamos una nueva obra misionera en el batey de un viejo central azucarero. Como la distancia era grande, buscamos transporte. Y como todo es cuestión de perspectiva, para mí era un coche desvencijado…para mi hija, una carroza como la de cenicienta, algo que ella nunca había experimentado. Perspectiva.
Por fin llegamos y, como es tan común en nuestra Latinoamérica, todos nos recibían con sonrisas y cálidos saludos.
Era “domingo de ramos”. Jesús entraba triunfal en Jerusalén. Nosotros entrábamos a un grupo de rostros alegres a pesar de estar en bancos duros, bajo el cielo apenas cubierto por un toldo que ni siquiera alcanzaba para todos. No había ramas de palmas para decorar el lugar. En cambio, racimos de plátanos que la familia dueña de la casa que sirve como templo tiene allí para alimentarse. Y a pesar de que solo eran las 9, el calor se hacía sentir. Pero los rostros alegres seguían allí, imperturbables.
No hay sistema de audio ni grupo de alabanza, pero ¿quién dijo que necesitamos esas cosas para alabar a Dios? Bastan los corazones dispuestos y las voces que a una decían: “somos el pueblo de Dios, somos un pueblo especial”.
Perspectiva. Con mucho o con poco, seguimos siendo el pueblo de Dios, un pueblo especial que anuncia al mundo su amor y verdad, incluso en las calles polvorientas y olvidadas de aquel lugar.
Una mañana mientras todos dormían me preparé el café y me senté en la cama para leer la Biblia. Era temprano pero ya el pueblo bullía de vida. A lo lejos el central azucarero alzaba al aire su columna de humo negro. Los pregones incesantes me servían como música de fondo. Estaba leyendo en el libro de Hechos y llegué al capítulo 5.
Los apóstoles salieron del Concilio Supremo con alegría, porque Dios los había considerado dignos de sufrir deshonra por el nombre de Jesús.
“Eso es perspectiva”, anoté en mi diario. En Cuba, donde faltan tantas y tantas cosas, los cristianos viven alegres porque han entendido que incluso cuando tienen que sufrir escaseces o luchas, Dios los usa en el nombre de Jesús para transformar una realidad que de otro modo es muy lúgubre.
Y tú y yo… ¿cuántas veces perdemos la perspectiva? Sí, tú y yo que vivimos en Norteamérica, con todas las comodidades, los derechos, los privilegios.
Regresé de Cuba con el corazón encogido. Y al llegar se abrió la compuerta y todavía lucho por contener el mar de lágrimas. Lágrimas por la situación, por la separación, y lágrimas que quiero se lleven toda indiferencia.
Somos el pueblo de Dios. Hemos sido llamados a llevar la buena noticia al mundo y junto con esa buena noticia aliviar el dolor, dar comida al hambriento, medicina al enfermo, ropa al que tiene frío. Par eso también Jesús nos llamó.
¿Qué vamos a hacer? Lamentarnos de nada vale. Compadecernos no es suficiente. HACER en el nombre de Jesús. Las oportunidades nos sobran ya sea que tengamos mucho o poco, que estemos en Norteamérica o no.
Oro a Dios para que la perspectiva que me dio en Cuba no se borre, no se muera. ¿Puedo desafiarte hoy a que le pidas tú lo mismo? Pídele perspectiva para ver más allá de tu realidad. Pídele perspectiva para mirar como miraría Jesús, para actuar en su nombre.
Regresar no fue fácil. Pero sabes, más difícil todavía es luchar contra la corriente y no dejar que la comodidad del día a día nos envuelva y nos haga olvidar que hay un mundo que espera por ti y por mí.
Dios diseñó una vida para nosotras donde el amar a los demás es el verdadero sello de pertenecer a su familia. ¿Lo tenemos?
Wendy
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