Ahora que la escuela comienza otra vez
De la Palabra de Dios: “Pero en cuanto a mí y a mi familia, nosotros serviremos al Señor”, Josué 24:15.
Los últimos días del verano siempre me ponen un tanto triste. Y no es por cuestiones climáticas, no es que me entristezca la llegada del invierno porque en realidad, donde yo vivo el invierno ya casi es un fenómeno atmosférico y no una estación.
No, lo que pasa es que mis hijos regresan a la escuela y se nos terminan los días lentos, sin tener que andar corriendo de un lado a otro, sin presiones. Se nos terminan los días de desayunos tarde y almuerzos juntos. La vida regresa a la rutina del curso escolar.
Sí, es verdad, ahora quizá no tenga tantas interrupciones mientras escribo o trabajo, pero aun así los extraño. No sé si te pase lo mismo a ti.
La realidad es que la vida es así, un ciclo, y tenemos siempre que disfrutar cada etapa. Y por eso hoy, cuando estamos a punto de comenzar otra vez la etapa de la escuela, quiero compartir contigo algunas ideas, y también pasajes bíblicos a los que podemos aferrarnos ahora que nuestros hijos regresan a la escuela.
No somos omnipresentes, no podemos estar todo el tiempo en el mismo lugar que nuestros hijos, pero Dios sí. “Y tengan por seguro esto: que estoy con ustedes siempre, hasta el fin de los tiempos”,Mateo 28:20
No podemos controlar todo lo que sucede alrededor de ellos cuando estén fuera de casa, pero podemos confiar en que Dios les guardará. “¡Todos los que temen al Señor, confíen en el Señor! Él es su ayudador y su escudo”, Salmos 115:11.
Quizá quisieras hacer “educación en casa” o que asistieran a una escuela cristiana pero por una razón u otra no puedes, no te sientas culpable. La escuela podrá instruir, pero nosotras como mamás podemos y tenemos que enseñar valores bíblicos, sembrar la palabra en sus corazones. “Debes comprometerte con todo tu ser a cumplir cada uno de estos mandatos que hoy te entrego. Repíteselos a tus hijos una y otra vez. Habla de ellos en tus conversaciones cuando estés en tu casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te levantes”,Deuteronomio 6:6-7.
Ayudar a nuestros hijos a crecer y madurar implica que les ayudemos a ser responsables y esto comienza cuando son pequeños, con sus deberes escolares. No los hagas por ellos. Dales tu apoyo. Eso les irá enseñando responsabilidad.
No olvidemos que amar a nuestros hijos no puede estar condicionado a su excelencia académica. Es un desafío a veces porque queremos que tengan éxitos y nos entristecemos cuando no todo va como quisiéramos, pero no dejemos que esto se convierta en el termostato de nuestro amor por ellos. “El amor nunca se da por vencido, jamás pierde la fe, siempre tiene esperanzas y se mantiene firme en toda circunstancia”, 1 Corintios 13:7.
Considera cuántas actividades extracurriculares añadirá a su horario. Un problema de esta generación es que estamos terminando su niñez demasiado rápido. Ellos necesitan tiempo para jugar, para descansar, para compartir en familia.
Prioriza cenar juntos. Parece insignificante pero ya ha quedado demostrado que las familias que cenan juntas disfrutan de una comunicación más abierta y mejor.
Hagamos tiempo para orar con ellos y por ellos. Oremos también por sus escuelas, sus maestras y maestros, sus compañeros de clase. Si todas las madres temerosas de Dios hacemos alianza en orar así, te aseguro que veremos un cambio en el ambiente escolar. “La oración ferviente de una persona justa tiene mucho poder y da resultados maravillosos”, Santiago 5:16b.
Cada curso escolar se presenta con nuevos retos, nuevas oportunidades. Tú yo solo podemos ver lo que sucede en el minuto que estamos viviendo, pero Dios ya sabe qué va a suceder cada día de este nuevo año, confiemos en él y busquemos su dirección. Como madres muchas veces nos vemos en encrucijadas y no estamos seguras de qué camino tomar. Vuelvo a una de mis palabras favoritas: sabiduría. Pidamos a Dios sabiduría y él nos la dará. No tenemos que enfrentarnos a esta batalla solas, Jesús nos promete su ayuda y compañía. “Pues todo lo puedo hacer por medio de Cristo, quien me da las fuerzas”, Filipenses 4:13.
Mi querida lectora, decidamos amar a nuestros hijos y ayudarles a volar, tal y como Dios lo hace con nosotras. Decidamos poner en sus manos cada detalle. Decidamos en nuestros corazones que más que nada buscaremos ser una familia que agrade a Dios y le honre. Decidamos juntas: “Pero en cuanto a mí y a mi familia, nosotros serviremos al Señor”, Josué 24:15.
(Publicado originalmente en wendybello.com)
© 2019 Wendy Bello
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