En la lectura de hoy:
La razón por qué Cristo asumió un cuerpo humano; la superioridad de Cristo a los ángeles y a Moisés; la salvación; Cristo, nuestro Sumo Sacerdote
Fueron los ángeles los que rescataron a Lot de Sodoma (Génesis 19:1-26); los ángeles también le ministraron a Jesús al terminar Su ayuno de 40 días (Mateo 4:11); y fueron los ángeles los que rescataron a Pedro de la prisión. Pero, aun de más consuelo para nosotros es saber que los ángeles «son todos espíritus ministradores, enviados para servicio a favor de los que serán herederos de la salvación» (Hebreos 1:14). Pensemos un momento, eso incluye a todos los que son «herederos de la salvación». Aun cuando parece que Satanás ha arruinado nuestras vidas, Dios, quien creó y gobierna el universo, está convirtiendo aun las obras de Satanás y la ira de los hombres para continuar Su suma voluntad en cada una de nuestra vidas.
La importancia de los ángeles no se compara a la superioridad de Cristo. Pero, aún, a pesar de Su superioridad eterna como el Creador de los ángeles, por Su gran amor para con nosotros, Jesús voluntariamente «fue hecho un poco menor que los ángeles, a Jesús, (a quien ahora vemos) coronado de gloria y de honra, a causa del padecimiento de la muerte, para que por la gracia de Dios gustase la muerte por todos. Porque convenía (fue justo) a Aquel por cuya causa son todas las cosas, y por quien todas las cosas subsisten, que habiendo de llevar muchos hijos a la gloria, perfeccionase por aflicciones al Autor de la salvación de ellos. . . . Porque ciertamente no socorrió a los ángeles, sino que socorrió a la descendencia de Abraham. Por lo cual debía (fue mejor) ser en todo semejante a Sus hermanos, para venir a ser misericordioso y fiel Sumo Sacerdote en lo que a Dios se refiere, para expiar los pecados del pueblo» (2:9-10,16-17).
Consideremos los honores dotados a Moisés quien rescató a Israel de Egipto. Por medio de Moisés la orden levítica completa, el tabernáculo, y el antiguo sistema de adoración fueron instituidos; pero Cristo rescata a todos los que le reciben a Él del castigo de un infierno eterno (Juan 3:16).
«Temamos, pues, no sea que permaneciendo aún la promesa de entrar en Su reposo, alguno de vosotros parezca no haberlo alcanzado. Porque también a nosotros se nos ha anunciado la buena nueva como a ellos; pero no les aprovechó el oír la Palabra, por no ir acompañada de fe en los que la oyeron. Pero los que hemos creído entramos en el reposo» (Hebreos 4:1-3).
Pensamiento para hoy:
Cuando Cristo, el Príncipe de Paz gobierne nuestros corazones, entonces es que no vamos a insistir en nuestros propios caminos.
Versículo de la semana para aprender de memoria: I de Corintios 13:2