Octobre 29

Cómo defenderse de la tentación

SANTIAGO 1.12-16

Para construir una defensa contra la tentación, debemos entender cómo funciona. Cada pecado origina un pensamiento, a menudo el resultado de un dardo de fuego que el maligno lanza a nuestro camino (Ef 6.16). Si el creyente se aferra a ese pensamiento, éste se convierte en una fantasía, —la oportunidad de imaginar lo que sería perseguir esa idea sin llegar a practicarla. El problema con las fantasías es que fácilmente pueden turbar las emociones de la persona. Esto crea un deseo, que lleva al creyente al punto donde tiene que hacer una elección: o consiente el pecado, o lo rechaza. Este proceso es muy peligroso, ya que la evolución desde el pensamiento hasta la elección puede ser casi instantánea.

Los sabios deciden con antelación resistir la tentación, antesde que ésta entre en su conciencia. Hay dos puntos de apoyo para una buena defensa: el compromiso de obedecer a Dios, y el reconocimiento de que Él tiene el control y ha limitado lo que Satanás puede hacer (1 Co 10.13).

De la misma manera podemos mantenernos firmes cuando la tentación deja de ser una fantasía. Satanás tiene la manera de llamar la atención al placer del pecado hasta que eso sea lo único que veamos. Pero con un esfuerzo consciente, podemos ver todo el panorama:¿Es esta decisión una violación de la Palabra de Dios? ¿Cuáles son las consecuencias? ¿Estoy dispuesto a pagar ese precio?

Ninguna defensa contra la tentación está completa sin el estudio de la Palabra y la oración, pues éstas edifican nuestra fe. Si el baluarte alrededor de nuestra mente y de nuestro corazón se fortalece, estaremos más preparados para apagar los dardos de fuego de Satanás.

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