Septiembre 13
Un cimiento firme
ROMANOS 8.35-37
Nuestro mundo es un lugar cambiante e incierto. Mucha gente busca seguridad en el dinero, las personas y el poder. Estas cosas, sin embargo, no están garantizadas de un día para otro. Los noticiarios son prueba suficiente de que todo eso puede desaparecer en cualquier momento. No es extraño que haya desesperación y temor.
Para los creyentes la realidad no está basada en lo que vemos, ni nuestro cimiento se encuentra en este mundo. Construimos nuestra esperanza y confianza sobre el Señor, y creemos la verdad que hay en su Palabra.
Aun en tiempos de caos, nuestra seguridad se encuentra en la relación de amor de Dios con nosotros, sus hijos. El pasaje de hoy nos dice que nada puede separarnos de nuestro Señor Jesucristo.
Por tanto, en medio de la agitación y los problemas, tenemos la seguridad de que nuestras vidas están en las manos del Todopoderoso. Podemos confiar no solo en su amor y su presencia, sino también en su atención, fidelidad y cuidado eterno.
Cuando surja la dificultad y las circunstancias luzcan abrumadoras, podemos responder con confianza y fortaleza gracias a Jesús. Junto con el salmista, quien también vivió en tiempos de guerra y de acontecimientos estresantes, podemos llamar al Señor “Esperanza mía, y castillo mío; mi Dios, en quien confiaré” (Sal 91.2).
¿Están los cimientos de su vida construidos sobre la roca sólida de Jesús? ¿O están plantados en algo tan inestable como la arena, el dinero o el prestigio? Poner la esperanza y la confianza en cualquier cosa que no sea el Señor, al final le hará sentirse deshecho y derrotado.
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