Diciembre 21/22
JUAN 14.15-21
Según Juan 14.21, demostramos nuestro amor a Cristo obedeciendo sus preceptos. Para amarle de todo corazón, tenemos que tener una vida de obediencia. Veamos cuatro consecuencias de ese estilo de vida:
Nuestra confianza en el Padre crece. Esta confianza viene de creer que el Señor es quien la Biblia dice que Él es. Y la Palabra de Dios nos dice que Él es bueno y también fiel para cumplir sus promesas (2 Co 1.20). El Salmo 86.15 lo llama misericordioso, clemente, amoroso, y lento para la ira. Su carácter no cambia debido a circunstancias dolorosas o difíciles de entender (He 13.8).
- Desarrollamos una mayor capacidad para esperar en el Señor. Las demoras pueden ser difíciles en nuestra cultura del "quiero tenerlo ya". Pero debemos resistir la tentación y esperar en Él, en vez de adelantarnos a las cosas.
- Nos comprometemos a obedecer a Dios. Sin esta determinación, vacilaremos en el momento de elegir, o permitiremos que el temor nos impida aceptar su dirección.
- Nuestro estudio de la Palabra se vuelve consecuente. La Biblia revela las prioridades, los mandatos y las advertencias de Dios. Actúa como una luz que ilumina el camino que Él eligió para nosotros, y nos revela los obstáculos y los peligros en el camino (Sal 119.105). Sin esta luz, somos como una persona que anda por el bosque en la noche oscura sin una linterna.
Convertirse en cristiano no significa que la obediencia al Señor será automática. Es un proceso de crecimiento en la fe y de paciencia para esperar antes de actuar que dura toda la vida. Esto requiere el firme compromiso de obedecer, para que podamos decir no al pecado, y sí a Dios. Convertirse en cristiano no significa que la obediencia al Señor será automática.
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