Diciembre 24
1 JUAN 1.3-6
A partir de los cinco años, nuestros hijos son matriculados en la escuela, y reciben lecciones que deberán aprender cada año. Nosotros también somos estudiantes. Cuando fuimos salvos, nos convertimos en alumnos de la escuela de obediencia del Señor. En ella, descubrimos la necesidad de confiar en él y esperar su dirección. En ella se nos enseña la importancia del compromiso, y aprendemos a buscar su Palabra como guía.
Dios quiere también que aprendamos a:
- Escuchar atentamente las indicaciones del Espíritu Santo. Nuestro Dios no habla con una voz audible, pero se hace escuchar con toda claridad a través de su Espíritu. Jesús dijo que éste es nuestro Ayudador que nos recordará los pasajes de la Biblia que hemos estudiado (Jn 14.26), y nos enseñará cómo aplicarlos.
- Obedecer el siguiente paso. Abraham fue llamado a dejar su casa y viajar a un destino desconocido (Gn 12.1). Obedeció a pesar de que el camino no estaba claro. Nosotros, también, debemos avanzar por fe aunque no conozcamos todos los detalles.
- Esperar tener conflictos. No podemos vivir una vida de obediencia sin tener problemas con el mundo (Jn 16.33). Nuestros amigos o familiares podrán alejarse cuando se den cuenta de que ciertos intereses nuestros han cambiado. Algunos podrán solamente criticarnos, mientras que otros nos rechazarán por completo.
Practicar un estilo de vida de obediencia no significa que nunca cometeremos errores. Pero sí requiere diligencia, si queremos tener éxito. Obedecer al Padre fue la prioridad y el propósito del Señor Jesús, y lo mismo debemos hacer nosotros. ¿Cuál de estas lecciones quisiera usted comenzar a ejercitar primero? Practicar un estilo de vida de obediencia no significa que nunca cometeremos errores.
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