“Las Manos del Carpintero”
Un toque de Jesús
Por David Jeremiah
Debieron ser ásperas, las manos del carpintero de la aldea. En una edad sin guantes o cremas para la piel, El empujó piedras a su lugar, se astilló, labró madera, y agarró madera con las manos desnudas. En un día sin bloqueador solar, El trabajó bajo el abrasador sol de Medio-oriente. En una era sin maquinaria moderna, El edificó casas, erigió edificios, ideó muebles, y reparó juguetes de niños. Sus manos debieron desarrollar una capa gruesa de cuero protector que fue obvio a los que sacudieron su mano o sintieron Su toque.
Pero, ah! —qué manos tan gentiles. Nunca aprietan demasiado duro, tocan demasiado rudo, ni dan palmadas sobre exaltadas a otro en la espalda.
¡Y qué manos tan poderosas! La huella de un solo dedo podría restaurar la vista al ciego, traer vida al muerto, curar la piel del leproso, o levantar un alma del sufrimiento del polvo de la vida.
¡Y que manos tan heridas! Ellos tocaron las cicatrices que ninguna loción podría curar y a la que ningún aceite podría ayudar. Estas fueron las manos de Jesús.
El Evangelio utiliza las palabras "manos," "dedos," y "toque" casi doscientos veces, y las palabras a menudo se refieren a Jesús: "Jesús extendió su mano y lo tocó. . . De modo que El tocó la mano. . . . El entró y la tomó por la mano. . . . Entonces El tocó sus ojos… Inmediatamente Jesús extendió la mano. . . Jesús vino y los tocó. . . . Entonces los niños pequeños fueron traídos a El para que El pusiera las manos en ellos y orara. . ."
Hay un viejo poema que dice, "Cristo no tiene manos sino solo las nuestras, para hacer Su trabajo hoy. El no tiene pies sino los nuestros, para dirigir a los hombres en Su camino". Esto no es exactamente verdadero, en Su cuerpo terrenal ciertamente tuvo un buen par de manos y diez perfectos dedos. Pero es cierto que Cristo quiere utilizar nuestras manos para continuar Su trabajo.
Manos amorosas Esto significa que nuestras manos deben transmitir el amor. En Su parábola del hijo pródigo, Jesús describió la reacción del padre al regreso a casa de su chico rebelde: "Llenó del amor y la compasión, él corrió a su hijo, lo abrazó, y lo besó" (Lucas 15:20). Muchos padres verdaderamente aman a sus hijos, pero no siempre transmiten este amor de manera que los hagan sentirse seguros. Los abrazos, las palmadas en la espalda, aún las payasadas y los apretones—todas estas son formas en que les podemos comunicar el cariño a nuestros jóvenes.
Dr. James Dobson recordó, "Mi madre tenía manos suaves y femeninas, y a ella le encantaba usarlas cuando era pequeño para acariciarme el pelo y frotar mi espalda. Su toque me transmitió el amor de una manera incomparable. Recuerdo visitarla en un hogar de ancianos poco antes de su muerte, y ver esas manos tan familiares. Para entonces estaban arrugadas y temblorosas, pero eran hermosas para mí.
Jesús no tenía miedo de tocar a otros. La piel leprosa no lo ahuyentó, ni vaciló en lavar los pies mugrientos de Sus discípulos. Ahora quiere utilizar nuestras manos para mandar el mismo mensaje del amor, de la humildad, y de la aceptación.
Leí acerca de un joven que visitó una fábrica locomotora en Inglaterra. A fines de la visita, él se estiró para dar gracias al guía y fue sorprendido por el apretón, el puño insensible que él sentía. El guía parecía ser un hombre fuerte, aún así su apretón de mano fue casi inexistente. Un poco avergonzado, el anfitrión explicó, "Usted debe disculparme por mi mano. Cuándo yo era un aprendiz, tuve un accidente, y un clavo me la atravesó completamente. Desde entonces, nunca he podido cerrar la mano".
El visitante después reflexionó: Tal como Cristo. Hace mucho tiempo, los clavos atravesaron completamente sus palmas y desde entonces El, tampoco, nunca ha cerrado las manos. Ellas se estiran abiertas hacia un mundo necesitado.
Salmos 104:28 dice que cuando Dios abre la mano, saciamos de bien; y en salmos 145:16 se encuentra el pensamient "abres tu mano, y colmas de bendición a todo ser viviente".
¿Están tus manos abiertas? ¿Eres generoso hacia una persona necesitada quien Dios trae por tu camino? ¿Hacia Su trabajo que necesita ayuda? ¿Hacia aquellos que dependen de tu provisión?
Un misionero en África predicó un día acerca de dar libremente; y en el proceso, él describió el hábito de diezmar. Al día siguiente tocaban a su puerta. Un chico local estaba allí sosteniendo un gran pez. "Aquí esta," dijo al chico. "He traído mi diezmo". ¿Cuando el misionero tomó el pez, él preguntó al joven, "Si esto es tu diezmo, dónde están los otros nueve peces"? El chico contestó, "Ah, todavía están en el río. Voy ahora a agarrarlos".
Este es el espíritu de la generosidad ansiosa y liberal que Jesús practicó, y debemos de seguirlo en Sus pasos—o en Sus distribuciones.
Esto implica, claro esta, mucho más que solo repartir dinero. Significa que debemos usar nuestras manos para ayudar los demás. En el principio del ministerio de Cristo, nosotros leemos en Lucas 4:40: "Al ponerse el sol, todos los que tenían enfermos de diversas enfermedades los traían a él; y él, poniendo las manos sobre cada uno de ellos, los sanaba".
¡En medio de Su ministerio, Jesús criticó a los Fariseos, diciend "Ay de vosotros también, intérpretes de la ley, porque cargáis a los hombres con cargas que no pueden llevar, pero vosotros ni aun con un dedo las tocáis!" (Lucas 11:46).
Al final de su ministerio, Jesús sacó a sus discípulos hasta Betania, y alzando sus manos, los bendijo. "Y aconteció que bendiciéndolos, se separó de ellos, y fue llevado arriba al cielo" (Lucas 24:50-51).
¿Cómo pueden llegar a ser nuestras manos una bendición para otros? ¿Quizás enjugar la frente de un niño febril? ¿Preparando una comida para un soltero solitario? ¿Escribiendo una nota de ánimo a alguien necesitado? ¿Cortando flores para un vecino? ¿Enjugar las narices de niños en la guardería infantil de la iglesia? ¿El repartir boletines con una sonrisa y un apretón de manos el domingo?
Manos Atrayentes Las manos de Cristo eran también atrayentes. En Juan 8:6, inclinado hacia el suelo, escribía en tierra con el dedo; y aunque nosotros no sepamos lo que El escribió, conocemos Su mensaje primari ¡Vengan a Mí! Sus manos siempre deben haber escrito y atraído y hecho gestos con una vista para extender la vida eterna a aquellos por quienes El murió. Quizás tus manos puedan escribir una nota que contiene un codazo evangélico. Quizás tu brazo sobre el hombro de un amigo puede ayudar a este a venir a Cristo. Quizás el gesto de un "ándale" con las manos puede atraer a alguien a asistir la iglesia contigo.
Manos que oran También pensamos en las manos del maestro como manos que oran. No he encontrado muchos versos específicos en los Evangelios que describan las maneras en las que nuestro Señor utilizó las manos para orar, pero es un retrato grabado en nuestras mentes por al famosa pintura de Albrecht Durer comúnmente conocida como "Las Manos que Oran" —las dos manos apretadas juntas en una actitud de oración. Durer pintó esas manos en 1508 para un retablo en Frankfort, Alemania, y hay una tradición muy arraigada detrás de la pintura. Es dicho que Durer creció en una aldea en las afueras de Nuremberg, una de dieciocho niños. Dos de los chicos soñaban con ser artistas, de modo que ellos hicieron un pacto. Uno trabajaría en las minas para financiar la instrucción del otro, y después cambiarían lugares. Lanzando una moneda al aire, Albrecht fue a la escuela primero y desarrolló sus habilidades. Cuándo llego el tiempo de que su hermano asistiera a la escuela, él no pudo hacerlo. Ya que sus manos habían sido dañadas de tal manera en las minas que ya no podía ni sostener un pincel. Como un tributo para él, Albrecht utilizó sus manos como el modelo para la pintura que ha durado cinco siglos.
Puedo imaginarme las manos de nuestro Señor desbastadas descansan en una postura de oración, las palmas juntas, los dedos apuntando hacia arriba, como el Carpintero de Nazaret tomó tiempo para implorar las bendiciones de Dios en el trabajo de sus manos.
Ah, para ser como Jesús. Para tener el mismo toque, el mismo agarre en la vida, la misma generosidad, las mismas hermosas, manos que atraen como las de nuestro Señor. Mire sus manos en este momento. ¡Que Dios las tome y las use para Su gloria! Oraremos con el himnista:
Deja que mis manos realicen Su orden, Deja que mis pies corren en Sus maneras; Deja que mis ojos ven solo a Jesús, Deja que mis labios hablen para adorarlo.
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