Una oración a nuestro Príncipe de Paz
Escrito por Lisa Appelo
“Y brotará un retoño del tronco de Isaí, y un vástago de sus raíces dará fruto. 2 y reposará sobre Él, el Espíritu del SEÑOR, espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor del SEÑOR.” - Isaías 11:1-2
Este pasaje habla de tocones y brotes. Tenemos varios robles grandes en nuestro patio y cuando uno de ellos comenzó a poner en peligro la casa, lo tuvimos cortado todo el hasta el muñón. ¿Unos meses después? Nuevos brotes verdes con hojas de color verde brillante comenzaron a crecer a partir de ese muñón.
Esa es la imagen que usa el profeta Isaías. Setecientos años antes de que Jesús naciera, Isaías profetizó que un Mesías provendría de la raíz de Isaí. Isaí era el padre del rey David, un antepasado de María y José. Mientras que casi toda la línea real del rey David sería aniquilada, Dios prometió que un Mesías vendría del muñón de Isaí.
De lo que parecía una línea real muerta -- cuando un gobierno pagano y romano en lugar de un rey hebreo gobernó Israel- Dios provocó ese nuevo brote: el Mesías, Jesús.
Jesús, no gobernó como el rey David con un palacio terrenal o un trono majestuoso o túnicas reales que conquistan naciones enemigas a través de un poderoso ejército. En cambio, Jesús vino en la pobreza y la humildad, para revelar un reino celestial y para vencer la maldición del pecado a través de su propia muerte.
A continuación, una oración:
Oh Padre, te alabamos que antes de la fundación del mundo escogiste a Jesús, nuestro Mesías, para venir a la tierra y mostrarnos el Camino al reino celestial y ser el Camino al reino celestial. Te damos las gracias por hacer espacio para nosotros que son redimidos en Tu reino celestial.
Jesús, te adoramos como Rey de Reyes y Señor de señores. Eres mi Rey. Has gobernado mi corazón y mi vida, mis pensamientos, tiempo y metas. Sólo me inclino ante Ti y te doy un reinado pleno y libre sobre mi vida. Ayúdame a no agarrar nada tan fuerte que no estoy dispuesto a soltarlo a Ti. Eres un Rey justo; nuestro Príncipe de Paz. Ayúdame a desear tu reino por encima del de mi propia creación e inclinarme ante Tu voluntad por encima de la mía.
Espíritu Santo, guíame por los caminos del reino celestial. Enséñame sabiduría desde arriba y guíame en verdad. Ayúdame a tener ojos que vean y oídos que escuchen todo lo que Dios tiene para mí. Ayúdame a conocer al Señor, a comprender plenamente Su poder, a temer apartarme de Él y a conocer Su gracia.
Te amamos Señor. Con todo nuestro corazón, toda nuestra alma, toda nuestra mente y toda nuestra fuerza te amamos. Te lo proporcionamos con nuestra adoración. Venimos a adorarte hoy. Amén.
Entonces cantemos a nuestro Señor celestial que ha hecho que el Cielo y la tierra y con su sangre la humanidad haya comprado.
¡Noel, Noel, Noel, Noel
¡Nació el Rey de Israel!
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