por Alistair Begg
“Sean agradecidos en toda circunstancia, pues esta es la voluntad de Dios para ustedes, los que pertenecen a Cristo Jesús.” 1 Tesalonicenses 5:18
Hay murmuradores entre los cristianos ahora, como los hubo en el campamento de Israel en la antigüedad. Hay quienes, cuando son castigados, claman contra la aflicción. Preguntan: “¿Por qué estoy afligido? ¿Qué he hecho para ser castigado de esta manera?”
¡Una palabra contigo, gruñón! ¿Por qué debería quejarse de los tratos de su Padre celestial? ¿Puede Él tratarte más severamente de lo que mereces? Piensa en lo rebelde que fuiste alguna vez, ¡pero Él te ha perdonado! Seguramente, si Él, en Su sabiduría, considera necesario castigarte, no debes quejarte. Después de todo, ¿eres castigado tan severamente como tus pecados merecen? Considera la corrupción que hay en tu corazón, y luego ¿te preguntarás qué tanta vara es necesaria para erradicarla? Pésate y descubre cuánta escoria se mezcla con tu oro; ¿y crees que el fuego está demasiado caliente para purgar la cantidad de escoria que tienes? ¿No prueba tu orgulloso espíritu rebelde que tu corazón no está completamente santificado? ¿No son esas palabras de quejas contrarias a la naturaleza santa y sumisa de los hijos de Dios? ¿No es necesaria la corrección?
Pero si te quejas de la disciplina, presta atención, porque será difícil para los quejumbrosos. Dios siempre castiga a sus hijos dos veces si no responden correctamente la primera vez. Pero tienes que saber esto: "Él no aflige ni entristece voluntariamente a los hijos de los hombres". Todas Sus correcciones son enviadas con amor, para purificarlo y acercarlo más a Él. Seguramente debe ayudarte a soportar la disciplina con sumisión si eres capaz de reconocer la mano de tu Padre. “Porque el Señor disciplina al que ama y castiga a todo el que recibe por hijo”. “...ni quejarse de la forma en que algunos de ellos lo hicieron y fueron destruidos por el Destructor".
Querido Señor, este es el día que has hecho, así que regocijémonos y alegrémonos en él. ¡No permitas que el enemigo nos robe la alegría! Padre, enséñanos a ser agradecidos en todas las circunstancias. No permitas que nuestros corazones se llenen de resentimiento y envidia.
Nota del editor: este artículo es una versión abreviada de Are You a Grumbler? Por Alistair Begg. Para leer el devocional completo, sigue este enlace.