Una oración por los hijos pródigos
Escrito por Steve Arterburn
Y él le dijo: "Hijo mío, tú siempre has estado conmigo, y todo lo mío es tuyo. “Pero era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque éste, tu hermano, estaba muerto y ha vuelto a la vida; estaba perdido y ha sido hallado” Lucas 15:31-32
En El Regreso del Hijo Pródigo, en una de las pinturas más emocionales de Rembrandts, ves a un padre con sus dos hijos. Pero si prestas más atención, verás un cuento con dos pródigos.
A primera vista de la pintura al óleo, verás el hijo rebelde que toma el centro del escenario. ¿Lo recuerdas? Este es el hijo que reclamó una herencia temprana, que se va de casa a ver que tiene el mundo para ofrecer, y vuelve en sí en una pocilga maloliente. A pesar de su pecado, regresa a casa.
Cuando el hijo más joven ve a su padre, humildemente admite “Y el hijo le dijo: "Padre, he pecado contra el cielo y ante ti; ya no soy digno de ser llamado hijo tuyo.” (Lucas 15:21). El padre reconoce que está verdaderamente arrepentido, lo perdona y celebra su bienvenida.
Pero si miras cuidadosamente la obra maestra de Rembrandt, verás al hijo más grande que acecha en la oscuridad. Él es el hijo que hace todo bien y que siempre obedece –por lo menos aparenta eso. Pero por dentro, la amargura y la rabia lo consumen.
Escucha lo que dice el inquietante hermano: “¡Mira! Todos estos años he sido esclavo para ti y nunca desobedecí tus órdenes, pero cuando este hijo tuyo que ha despilfarrado tu propiedad con prostitutas llega a casa, ¡matas el ternero cebado para él!” (Lucas 15: 29-30).
De estos dos pródigos, ¿con cuál te identificas más? Quizás eres como el hijo descarriado que actuó mal; Sin embargo, lo crea o no, es posible que se relacione más con el hijo envidioso que actuó.
Y seamos realistas. Ya sea que nos estemos rebelando por fuera o por dentro, todos somos pródigos.
No es demasiado tarde para dejar de reaccionar y comenzar a responder de manera adecuada a las circunstancias que enfrenta. No importa por lo que hayas pasado o lo que hayas hecho, Dios quiere que retires tu vida para que puedas vivir con Él y para Él.
¿Entonces, qué esperas? Vete a casa con tu Padre. Después de todo, Él te espera para darte la bienvenida a casa con los brazos abiertos.
Querido Padre Celestial, soy pródigo y me he alejado de casa. Hoy, me doy cuenta de que necesito asumir la responsabilidad de permitir que mi pasado y mi dolor me controlen. Dame valor para salir de las sombras y ayúdame a apoyarme en tu abrazo lleno de gracia.
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