Tema de la Semana: Dios Habla

Tú y yo hemos recibido el inestimable regalo de la comunicación con Dios. La semana pasada aprendimos sobre el proceso de hacer que la tierra de nuestros corazones sea blanda y receptiva a Dios. Esta semana aprenderemos acerca de algunas maneras de recibir la semilla de su palabra. Que tu comunión con Dios florezca mientras entablas una conversación continua con tu amoroso y presente Padre celestial.

Dios habla en la soledad

Pasaje Bíblico: “Quédense quietos, reconozcan que yo soy Dios”. Salmo 46:10

Devocional:

Soledad: un tiempo apartado donde la prisa, el ruido y la ansiedad del mundo enmudecen en los oídos y el corazón de un hijo de Dios completamente perdido en la paz y la presencia del Creador. La soledad es un momento para estar con tu Padre celestial, libre de las distracciones que el mundo nos ofrece a cada momento. Estamos hechos para pasar un tiempo consistente en soledad.

CS Lewis escribió en The Weight of Glory (El Peso de la Gloria): “Vivimos, de hecho, en un mundo hambriento de soledad, silencio y privacidad: y, por lo tanto, hambrientos de meditación y amistad verdadera”. La mayoría de nosotros nos hemos acostumbrado a lo que realmente significa estar "hambriento" de soledad. Nunca nos damos cuenta de lo grande que es nuestra necesidad de estar a solas con nuestro Sustentador. Tomemos algo de tiempo hoy para reconocer nuestra necesidad de soledad y luego aprender cómo practicarla a diario de la mejor manera.

Puedes saber que necesitas la soledad por una razón: Jesús la necesitaba. En todo el Nuevo Testamento vemos ejemplos de Jesús saliendo solo a orar. Un ejemplo, Marcos 1:35, nos dice: “Muy de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, Jesús se levantó, salió de la casa y se fue a un lugar solitario, donde se puso a orar”. Jesús, quien practicaba la comunión perfecta con su Padre celestial mientras estaba en la tierra, también necesitaba pasar un tiempo en soledad. Jesús, que amaba las fiestas, amaba a las personas y era Dios y hombre simultáneamente, necesitaba estar un tiempo solo. Si él lo necesitaba, tú y yo podemos estar seguros de que también lo necesitamos. Cuando Dios encarnado se enfrentó a su tarea más difícil, la Crucifixión, no se fortaleció y simplemente lo superó. Él pasó un tiempo solo en el Jardín de Getsemaní conversando con su Padre celestial. Necesitaba soledad para cumplir su propósito aquí en la tierra, y tú y yo también.

La soledad es dadora de vida. Es necesaria para la vida espiritual cristiana. Richard J. Foster dijo: “Sentirse solo es sentir el vacío interior. Estar en soledad es sentir la realización interior”. La soledad es una de las disciplinas espirituales más importantes y vivificantes. Si quieres escuchar a Dios, debes practicar la soledad. Si quieres fortaleza en tu vida y una firmeza que supere tus circunstancias, debes practicar la soledad. Estás diseñado para pasar un tiempo en silencio, simplemente estando con tu Padre celestial.

Entonces, ¿cómo se puede practicar la soledad? El primer paso es encontrar un lugar donde puedas pasar tiempo con Dios sin distracciones. Encuentra un lugar donde sepas que no serás interrumpido. Si vives con otras personas, busca un momento en el que no estén alrededor o en el que estén durmiendo. Si vives solo, designa un lugar y un tiempo para pasar en soledad, libre de distracciones. Segundo, determina la cantidad de tiempo que pasarás con Dios en soledad. Podrían ser diez minutos o una hora. Pasa este tiempo sin leer, sin adorar ni orar, a menos que la soledad te lleve a esas cosas. Madeleine L’Engle dijo: “La comunión más profunda con Dios está más allá de las palabras, al otro lado del silencio”. La soledad es un punto de comunión profunda donde las palabras no son necesarias a la luz de la cercanía gloriosa de Dios.

Tómate un tiempo hoy para practicar la increíble disciplina de la soledad. Sé paciente contigo mismo. Sé paciente con Dios. Llena el vacío del silencio con la satisfacción de la presencia de Dios. Tu Padre celestial ama simplemente pasar tiempo contigo, disfrutando de una profunda comunión con su corona de la creación. Tú eres su hijo. Súbete hoy a los brazos de consuelo y sostén de tu Padre celestial al entrar en un tiempo de soledad.           

Guía de Oración:

1. Encuentra un lugar libre de distracciones. Pídele al Espíritu que calme tu corazón y tu mente y que te ayude a pasar tiempo en comunión profunda con Dios.

2. Pasa unos minutos simplemente descansando con Dios en soledad.

“Muy de madrugada, cuando todavía estaba oscuro, Jesús se levantó, salió de la casa y se fue a un lugar solitario, donde se puso a orar”. Marcos 1:35 

"La comunión más profunda con Dios está más allá de las palabras, al otro lado del silencio". Madeleine L’Engle.

3. Escribe cómo te hizo sentir la soledad. Si te sentiste incómodo o frustrado, ¡está bien! La soledad y el silencio es algo que la mayoría de nosotros nunca hemos practicado. Ten paciencia contigo mismo.

La soledad es una práctica. Cuanto más lo hagas, mejor y más satisfactorio será. Una vez que te conectas con el corazón de Dios libre de palabras y solo lo miras cara a cara, su mirada se convertirá en una de las partes más importantes de tu vida. Saber por experiencia que tu Padre celestial te ve y te ama debe ser la base de todo lo que haces. Comprométete a pasar tiempo en soledad con Dios y aprende lo que es ser un niño simplemente disfrutado por el Padre.

Lectura Complementaria: Salmo 46

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