Tema de la Semana: Experimentando las Promesas de Dios

Nuestro Padre celestial nos ha hecho promesas increíbles a nosotros, sus hijos. Pero, aunque es completamente fiel para cumplirlas, él no nos dará esas promesas a la fuerza. Dios nos ha prometido su cercanía, su cuidado y una vida eterna a su lado. Pero tenemos el poder de elegir nuestro propio camino. Él no entra por la fuerza donde no hay espacio. La palabra de Dios no tendrá poder en nuestras vidas si no la leemos. No oiremos a Dios de una manera efectiva si no estamos escuchando, y no podremos experimentar su cercanía si constantemente llenamos nuestras vidas con otras cosas. Es por eso que esta semana hablaremos sobre las diferentes maneras en que podemos experimentar las promesas de Dios para que puedan cumplirse totalmente en nuestras vidas. Es mi deseo que puedas encontrar a Dios poderosamente a medida que aprendes a experimentar plenamente las increíbles promesas de tu Padre celestial.

Sé las manos y los pies de Jesús

Pasaje Bíblico: “Todo esto proviene de Dios, quien por medio de Cristo nos reconcilió consigo mismo y nos dio el ministerio de la reconciliación: esto es, que en Cristo, Dios estaba reconciliando al mundo consigo mismo, no tomándole en cuenta sus pecados y encargándonos a nosotros el mensaje de la reconciliación”. 2 Corintios 5:18-19

Devocional:    

Una de las mejores maneras de experimentar las promesas de Dios es colaborar con él en sus propósitos de restauración. Es increíble que el plan de Dios sea usarnos a nosotros, a su iglesia, para hacer que su reino venga a la tierra. Nos ha encargado que difundamos el evangelio. Él nos ha elegido para contar las buenas noticias de la relación restaurada con nuestro Creador.

Mateo 28:16-20 dice: “Los once discípulos fueron a Galilea, a la montaña que Jesús les había indicado. Cuando lo vieron, lo adoraron; pero algunos dudaban. Jesús se acercó entonces a ellos y les dijo: —Se me ha dado toda autoridad en el cielo y en la tierra. Por tanto, vayan y hagan discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo, enseñándoles a obedecer todo lo que les he mandado a ustedes. Y les aseguro que estaré con ustedes siempre, hasta el fin del mundo”. Jesús comparte con nosotros la autoridad que se le ha dado. Dios ha hecho increíbles promesas a su pueblo, y quiere que nos unamos a él para que sus promesas se hagan realidad.

Compartimos con el mundo un mensaje como el de Pedro en Hechos 2:38: “Arrepiéntase y bautícese cada uno de ustedes en el nombre de Jesucristo para perdón de sus pecados… y recibirán el don del Espíritu Santo”, y hacemos realidad la promesa de Jesús de que “Tanto amó Dios al mundo que dio a su Hijo unigénito, para que todo el que cree en él no se pierda, sino que tenga vida eterna.  Dios no envió a su Hijo al mundo para condenar al mundo, sino para salvarlo por medio de él”. (Juan 3:16-17). ¡Qué increíble! ¡Tienes la oportunidad de ver la promesa de salvación de Dios venir a quienes te rodean a través de tu trabajo con él!

También puedes colaborar con Dios en su deseo de satisfacer las necesidades de quienes te rodean. Dios dice en Deuteronomio 15:11: “Gente pobre en esta tierra, siempre la habrá; por eso te ordeno que seas generoso con tus hermanos hebreos y con los pobres y necesitados de tu tierra”. La iglesia en Hechos llevó a cabo el deseo de Dios de satisfacer las necesidades. Hechos 4:34-35 dice: “Pues no había ningún necesitado en la comunidad. Quienes poseían casas o terrenos los vendían, llevaban el dinero de las ventas y lo entregaban a los apóstoles para que se distribuyera a cada uno según su necesidad”. Dios desea usarte como lo hizo con su iglesia en Hechos. Tienes la oportunidad de trabajar con Dios al ver su anhelo de proveer para las personas necesitadas. Llegas a ser las manos y los pies de nuestro Salvador y colaboras con Cristo.

2 Corintios 5:18-19 dice: “Todo esto proviene de Dios, quien por medio de Cristo nos reconcilió consigo mismo y nos dio el ministerio de la reconciliación: esto es, que en Cristo, Dios estaba reconciliando al mundo consigo mismo, no tomándole en cuenta sus pecados y encargándonos a nosotros el mensaje de la reconciliación”. Como hijo de Dios, has sido apartado para las obras de tu Padre. Se te ha confiado el increíble “ministerio de reconciliación”. No hay otro trabajo en la vida que te llene con más alegría y propósito que ver las promesas de Dios cumplidas a través de tus propias manos. Qué Dios tan increíble tenemos, que con todo su poder y sabiduría elige usarnos como sus manos y pies. Tu Dios te ama y te da poder para hacer obras increíbles que satisfarán los deseos de tu corazón y las necesidades de los demás. Pasa tiempo en su presencia hoy siendo alimentado por su amor. Sigue la guía del Espíritu mientras te muestra dónde está trabajando y qué le gustaría que hicieras para que sus promesas se hagan realidad a través de tu vida.

Guía de Oración: 

1. Medita en el deseo de Dios de usarte para llevar a cabo su mensaje de reconciliación.

“Todo esto proviene de Dios, quien por medio de Cristo nos reconcilió consigo mismo y nos dio el ministerio de la reconciliación: esto es, que en Cristo, Dios estaba reconciliando al mundo consigo mismo, no tomándole en cuenta sus pecados y encargándonos a nosotros el mensaje de la reconciliación”. 2 Corintios 5:18-19

2. Pídele al Espíritu que te muestre dónde y cómo te hará ministrar hoy. ¿Conoces a alguien que hoy necesite del amor de Dios? ¿Qué puedes hacer para que las promesas de Dios se cumplan en la vida de los demás?

“Pues no había ningún necesitado en la comunidad. Quienes poseían casas o terrenos los vendían, llevaban el dinero de las ventas y lo entregaban a los apóstoles para que se distribuyera a cada uno según su necesidad”. Hechos 4:34-35

3. Comprométete a hacer lo que el Señor te muestre. Pídele al Espíritu Santo que te dé poder para llevar a cabo las obras que él ha dispuesto que hagas. Recibe su presencia y deja que el amor de Dios te impulse hacia todo lo que él tiene te tiene preparado.

La intención de Dios no es cargarte con la obra que él tiene para ti. Su intención es realmente llevarte a una vida mejor y más satisfactoria. Él sabe que solo estarás verdaderamente satisfecho cuando te asocies con él para hacer que su reino venga a la tierra. Fuiste creado para hacer buenas obras. Estás destinado a colaborar con tu Padre celestial. Cada vez que te sientas agobiado, simplemente dirige tus preocupaciones a Dios. Pídele que comparta su corazón contigo. Ministra desde su unción y no desde tu propia fuerza. Que hoy encuentres un estilo de vida marcado por las buenas obras, que te lleve a la alegría, la paz y el propósito en el Espíritu.

Lectura Complementaria: 2 Corintios 5

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