Tema de la Semana: El Amor Hace

Santiago 2:26 nos dice: “La fe sin obras está muerta”. Si queremos experimentar la plenitud de la vida que se nos ofrece a través de nuestra fe, debemos poner en práctica nuestras palabras. No debemos profesar amar a Dios los domingos y vivir como si él no estuviera presente, o como si no fuera real ni bueno el lunes. Que tu fe cobre vida esta semana mientras buscas ser un hacedor de la palabra.

El amor alienta

Pasaje Bíblico: “Mantengamos firme la esperanza que profesamos, porque fiel es el que hizo la promesa. Preocupémonos los unos por los otros, a fin de estimularnos al amor y a las buenas obras. No dejemos de congregarnos, como acostumbran hacerlo algunos, sino animémonos unos a otros, y con mayor razón ahora que vemos que aquel día se acerca”. Hebreos 10:23-25

Devocional:

¿Cuándo fue la última vez que alguien realmente te animó? Tal vez fue un miembro de la familia o un amigo. ¿Cómo te hizo sentir? ¿Cómo te viste a ti mismo después de eso? Si no has sido animado por un buen tiempo, ¿cuán fuertemente lo anhelas?

¡El estímulo es poderoso! Tiene la capacidad de cambiar emociones y trayectorias. Tiene el poder de llenar a alguien con el coraje y la audacia para decir sí a los planes y al corazón de Dios. El estímulo es verdaderamente un regalo que hemos recibido para edificarnos unos a otros. Estamos destinados a animarnos unos a otros. La Biblia deja claro que, como hermanos y hermanas en Cristo, estamos destinados a dar y recibir aliento. Hebreos 10:23-25 dice: Mantengamos firme la esperanza que profesamos, porque fiel es el que hizo la promesa. Preocupémonos los unos por los otros, a fin de estimularnos al amor y a las buenas obras. No dejemos de congregarnos, como acostumbran hacerlo algunos, sino animémonos unos a otros, y con mayor razón ahora que vemos que aquel día se acerca”.

¿Alguna vez has pensado en cómo podrías cambiar el día de un completo extraño solo con unas palabras amables? Jesús conocía el poder del estímulo. A él le encantaba usar la herramienta del aliento para dirigir a sus discípulos hacia la vida que Dios tenía para ellos. Jesús habló inspirando vida en las personas que encontró. Alentó a los marginados, a los desanimados, a los necesitados. Un ejemplo perfecto del poder del aliento se puede encontrar en la historia de Zaqueo. Lucas 19: 1-10 dice:

“Jesús llegó a Jericó y comenzó a cruzar la ciudad. Resulta que había allí un hombre llamado Zaqueo, jefe de los recaudadores de impuestos, que era muy rico. Estaba tratando de ver quién era Jesús, pero la multitud se lo impedía, pues era de baja estatura. Por eso se adelantó corriendo y se subió a un árbol sicómoro para poder verlo, ya que Jesús iba a pasar por allí.  Llegando al lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: ‘Zaqueo, baja en seguida. Tengo que quedarme hoy en tu casa’.  Así que se apresuró a bajar y, muy contento, recibió a Jesús en su casa. Al ver esto, todos empezaron a murmurar: ‘Ha ido a hospedarse con un pecador’.  Pero Zaqueo dijo resueltamente: ‘Mira, Señor: Ahora mismo voy a dar a los pobres la mitad de mis bienes y, si en algo he defraudado a alguien, le devolveré cuatro veces la cantidad que sea’. ‘Hoy ha llegado la salvación a esta casa —le dijo Jesús—, ya que este también es hijo de Abraham. Porque el Hijo del hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido’”.

Jesús alentó a un marginado recaudador de impuestos y cambió la trayectoria de su vida. Simplemente le dijo a Zaqueo que quería pasar tiempo con él, cumplió con ese compromiso y todo el pueblo fue bendecido. Zaqueo obtuvo sus ingresos cobrando más de lo debido a su propio pueblo en beneficio de Roma y de él mismo. Fue expulsado de la sociedad y odiado por quienes lo rodeaban. Jesús, para consternación de los demás, alentó a Zaqueo, pasó un tiempo con él y cambió su vida.

Puedes vivir como Jesús hoy. ¿Quién necesita una palabra alentadora de parte tuya? ¿Quiénes necesitan ser alentados por el simple hecho de que hayas querido pasar algún tiempo con ellos? En tu vida hay gracia para ministrar a los que sufren y se sienten solos a tu alrededor. Hay gracia para ministrar como Jesús. Camina en relación con tu Padre celestial, vive con la convicción de que eres completamente amado y ama a los demás a través del poder del aliento.

Guía de Oración:

1. Tómate un tiempo para meditar sobre lo que dice la Biblia acerca del estímulo.

“Por eso, anímense y edifíquense unos a otros, tal como lo vienen hacienda”. 1 Tesalonicenses 5:11

“Eviten toda conversación obscena. Por el contrario, que sus palabras contribuyan a la necesaria edificación y sean de bendición para quienes escuchan”. Efesios 4:29

“La angustia abate el corazón del hombre, pero una palabra amable lo alegra”. Proverbios 12:25

2. Pregúntale al Señor a quien desea que animes hoy. Tal vez sea un compañero de trabajo que últimamente parece estar mal, un miembro de la familia que está pasando por un momento difícil o incluso un extraño que solo necesita una palabra amable.

3. Pregúntale a Dios cómo deberías alentar a esa persona. Podría ser tan simple como enviar un mensaje de texto o sacar a alguien a comer. Tal vez sean unas palabras amables o una ayuda financiera. Pide al Espíritu que te ayude a seguir su liderazgo.

La Biblia deja en claro que la lengua tiene un poder increíble. Proverbios 18:21 dice: "En la lengua hay poder de vida y muerte; quienes la aman comerán de su fruto”. Elige hoy hablar palabras que infundan vida. Elige honrar a los que te rodean en lugar de condenarlos. Elige ver la gracia que Dios ha colocado en las personas que te rodean, para ver más allá de su imagen y su aparente resistencia exterior y hablarles al corazón. Dios tiene el deseo de que puedas dar y recibir aliento. ¿A quién le inspirarás vida hoy con tus palabras?

Lectura Complementaria: Romanos 12

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