Tema de la Semana: Permaneciendo en la Vid Verdadera

 La cosa más absolutamente importante que puede hacer un hijo de Dios en su vida, es separar un tiempo para encontrarse con nuestro Padre celestial en el lugar secreto. Permanecer en Dios es el fundamento sobre el cual todos los demás aspectos de la vida cristiana encuentran el éxito y establece raíces que nos permiten recibir todo lo que necesitamos para dar el fruto del Espíritu. Permanecer en Dios nos guía a un refrigerio y un avivamiento constantes, por lo que nos suministra y sostiene en la vida abundante que Dios quiere para nosotros. Mientras recorremos Juan 15:1-17 esta semana, es mi oración que puedas estar marcado por encuentros maravillosos que te satisfagan de manera completa en la presencia de Dios. Haz espacio en tu corazón y en tu mente para descansar en el amor de tu Padre celestial al observar las diferentes maneras en que debemos permanecer en la vid verdadera de Dios.

Permanece en la vid

Pasaje Bíblico: “Permanezcan en mí, y yo permaneceré en ustedes. Así como ninguna rama puede dar fruto por sí misma, sino que tiene que permanecer en la vid, así tampoco ustedes pueden dar fruto si no permanecen en mí”. Juan 15:4 

Devocional:

Estoy sorprendido de la forma en que toda la creación demuestra de manera visible principios espirituales fundamentales. Romanos 1:20 dice: “Porque desde la creación del mundo las cualidades invisibles de Dios, es decir, su eterno poder y su naturaleza divina, se perciben claramente a través de lo que él creó, de modo que nadie tiene excusa”.  Job 12:7-9 dice: “Pero interroga a los animales, y ellos te darán una lección; pregunta a las aves del cielo, y ellas te lo contarán; habla con la tierra, y ella te enseñará; con los peces del mar, y te lo harán saber. ¿Quién de todos ellos no sabe que la mano del Señor ha hecho todo esto?”. En todos los Evangelios Jesús compara los principios espirituales con la creación circundante. Desde las parábolas de la semilla de mostaza (Mateo 13:31-32) y la perla de gran precio (Mateo 13:45-46), hasta su enseñanza sobre la hierba del campo y las aves del aire (Mateo 6:25-34). Claramente, Dios usa la creación para ilustrar importantes principios espirituales que necesitamos adoptar como creyentes.

Uno de estos principios importantes se encuentra en Juan 15:1-17. En el versículo 4 Jesús dice: “Permanezcan en mí, y yo permaneceré en ustedes. Así como ninguna rama puede dar fruto por sí misma, sino que tiene que permanecer en la vid, así tampoco ustedes pueden dar fruto si no permanecen en mí”. Reflexiona por un minuto sobre el proceso de una vid que da fruto. Se necesita tiempo, paciencia y una nutrición constante para que la fruta se forme en las ramas de la vid. Así es contigo y conmigo en relación a Dios. Tenemos la fuente de vida más abundante disponible para nosotros en Dios. Dios espera, pidiéndonos pacientemente que simplemente vengamos y permanezcamos en él para que podamos llevar el fruto de la vida abundante. Una vez que la fruta se corta de la vid, pierde su fuente de vida. Para poder producir constantemente el fruto de Dios, debemos regresar a nuestra vid una y otra vez para recibir todo lo que Dios anhela darnos.

Fuiste creado para la intimidad con tu Padre celestial. Así como Dios diseñó las uvas para que solo crezcan en conexión con la vid, tú estás diseñado para la intimidad con Dios como tu única y verdadera fuente. No hay otra fuente de vida verdadera. No hay otro proceso por el cual podamos experimentar una vida abundante fuera de permanecer en él. Pasar tiempo descansando en su presencia y recibir lo que anhela darte es lo más importante que puedes hacer a diario. Los días que intentamos fructificar lejos de él estamos invadidos por las preocupaciones y el estrés de esta vida. El Espíritu Santo anhela llenarte con el fruto de su presencia a cada momento de cada día. Todo lo que se requiere de ti es que te sometas a la realidad de su presencia en lugar de seguir tu propio camino. Elige escuchar y recibir de él en lugar de apoyarte en tu propio entendimiento.

Por la gracia de Dios siempre estamos a tiempo de volver a él como nuestra fuente. Nunca es demasiado tarde para que nos conectemos con la vid y recibamos la vida que solo Dios puede dar. Nunca es demasiado tarde para experimentar la revitalización que solo puede venir a través del encuentro con él. Y nunca es demasiado tarde para dar fruto de valor eterno. Dios tiene planes maravillosos para ti que comienzan hoy. Su misericordia es nueva cada mañana. La Biblia promete en Santiago 4: 8: “Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes”. 

Tómate un tiempo para someterte a Dios como tu fuente, recibe todo lo que anhela darle y encuentra tu satisfacción en la realidad de su poderosa presencia.

Guía de Oración: 

1. Medita en tu necesidad de estar continuamente conectado a Dios, tu verdadera vid.

 “Permanezcan en mí, y yo permaneceré en ustedes. Así como ninguna rama puede dar fruto por sí misma, sino que tiene que permanecer en la vid, así tampoco ustedes pueden dar fruto si no permanecen en mí”. Juan 15:4

2. Pídele a Dios que te haga percibir su presencia. Cree en su palabra que dice que su presencia es real y tangible y que puedes experimentarla por su gracia.

“En realidad, sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que él existe y que recompensa a quienes lo buscan”. Hebreos 11:6

3. Acércate a tu Dios y encuentra vida en su presencia. Permite que su cercanía cure las áreas rotas y cansadas de tu vida. Deja que su Espíritu inunde las áreas secas con su amor perfecto. Ten paciencia y descansa en Dios. Sé lento para hablar y para moverte, mientras el Espíritu sienta las bases para que siempre lleves el fruto de su presencia en tu vida.

“En cambio, el fruto del Espíritu es amor, alegría, paz, paciencia, amabilidad, bondad, fidelidad, humildad y dominio propio. No hay ley que condene estas cosas”. Gálatas 5:22-23

Como creyentes fuimos creados para vivir, pensar, actuar y sentir con el Espíritu Santo. No fuimos diseñados para vivir la vida lejos de la presencia de Dios, y a través de la vida, la muerte y la resurrección de Jesús, no tenemos por qué hacerlo. Hemos sido llenos del mismísimo Espíritu de Dios que anhela guiarnos a sus cosas más profundas. Que tengamos la humildad de reconocer nuestra necesidad de Dios y la fe para creer que él es real y que nos guiará a una vida mejor y más fructífera en él.

Lectura Complementaria: Juan 15:1-17

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