Tema de la Semana: Renovación

Uno de los mejores aspectos de pasar tiempo a solas con Dios es que somos renovados diariamente por su palabra y su presencia. Cuando hacemos espacio para Dios en nuestras vidas, especialmente al comienzo del día, él es fiel para renovarnos y prepararnos para todo lo que enfrentaremos en el mundo. La Biblia dice: “El gran amor del Señor nunca se acaba, y su compasión jamás se agota. Cada mañana se renuevan sus bondades; ¡muy grande es su fidelidad!”. (Lamentaciones 3:22-23). ¿En qué áreas necesitas renovación? ¿Qué tanto necesitas las misericordias de Dios en tu vida? Él tiene un plan esta semana para enseñarte y guiarte hacia un encuentro con él que te renovará con su abrumadora bondad y amor. Haz espacio para Dios. Haz tiempo para encontrarte con él y experimenta la refrescante lluvia de primavera que él anhela traer para curar los lugares secos y cansados de tu corazón.

La renovación de la consciencia

Pasaje Bíblico: “Acerquémonos, pues, a Dios con corazón sincero y con la plena seguridad que da la fe, interiormente purificados de una conciencia culpable y exteriormente lavados con agua pura”. Hebreos 10:22

Devocional:    

Nuestra conciencia es una ventana que revela cómo nos vemos a nosotros mismos y, lo más importante, cómo vemos nuestra relación con Dios. Uno de los peores efectos que tiene el pecado es distorsionar nuestra visión de nosotros mismos en relación con Dios. El plan del diablo con el pecado siempre fue separarnos de él, así que Jesús vino a la tierra para destruir el poder del pecado en nuestras vidas. Él vino para que pudiéramos restaurar la relación con nuestro Padre celestial. Pero el pecado aún persiste. Aunque el poder del pecado fue quebrantado y sus efectos destruidos, a menudo todavía vivimos con una conciencia sucia. Sentimos que Dios está enojado, que no quiere estar con nosotros, o que no podemos acercarnos a él y sentarnos a sus pies. Tu conciencia afecta tu relación con Dios de manera negativa o positiva. Te llevará ante el trono de Dios o te alejará de su presencia. El deseo de tu Padre celestial hoy es que te veas a ti mismo como él lo hace, que tu conciencia se limpie y que el pecado y las mentiras no te separen más de él.

Hebreos 10:19-23 contiene una verdad importante para nosotros. La Biblia dice:

“Así que, hermanos, mediante la sangre de Jesús, tenemos plena libertad para entrar en el Lugar Santísimo, por el camino nuevo y vivo que él nos ha abierto a través de la cortina, es decir, a través de su cuerpo; y tenemos además un gran sacerdote al frente de la familia de Dios. Acerquémonos, pues, a Dios con corazón sincero y con la plena seguridad que da la fe, interiormente purificados de una conciencia culpable y exteriormente lavados con agua pura. Mantengamos firme la esperanza que profesamos, porque fiel es el que hizo la promesa”. 

Deja que la verdad de la Biblia se hunda en tu corazón. Hebreos nos dice que nuestra confianza de venir ante Dios se encuentra en la sangre de Jesús. A través de su muerte, Jesús allanó el camino para que tú te presentaras ante el trono de Dios con confianza y plena seguridad de fe. El deseo de Dios hoy es que tu conciencia sea purificada con la poderosa sangre de tu Salvador.

Entonces, profundicemos aún más en cómo Dios nos ve hoy. Deja que la verdad de su palabra moldee aún más tu identidad hasta que esté perfectamente alineada con su perspectiva. Gálatas 3:26-28 dice: “Todos ustedes son hijos de Dios mediante la fe en Cristo Jesús, porque todos los que han sido bautizados en Cristo se han revestido de Cristo. Ya no hay judío ni griego, esclavo ni libre, hombre ni mujer, sino que todos ustedes son uno solo en Cristo Jesús”. 1 Juan 1:9 dice: “Si confesamos nuestros pecados, Dios, que es fiel y justo, nos los perdonará y nos limpiará de toda maldad”. Romanos 8:1 dice: “Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús”. Filipenses 3:20 dice: “En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde anhelamos recibir al Salvador, el Señor Jesucristo”. 1 Tesalonicenses 5:5 dice: “Todos ustedes son hijos de la luz y del día. No somos de la noche ni de la oscuridad”. 1 Pedro 2:9 dice: “Pero ustedes son linaje escogido, real sacerdocio, nación santa, pueblo que pertenece a Dios, para que proclamen las obras maravillosas de aquel que los llamó de las tinieblas a su luz admirable”. Y Colosenses 1:21-22 dice: “En otro tiempo ustedes, por su actitud y sus malas acciones, estaban alejados de Dios y eran sus enemigos. Pero ahora Dios, a fin de presentarlos santos, intachables e irreprochables delante de él, los ha reconciliado en el cuerpo mortal de Cristo mediante su muerte”.

Tu Padre celestial te ve como ve a Jesús. Muchos cristianos creen que, aunque estén revestidos con Cristo, todavía están sucios y pecaminosos por dentro. Pero no te dejes engañar. En la salvación fuiste hecho completamente nuevo. 2 Corintios 5:17 dice: “Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!”. Dios no se engañó a sí mismo con la muerte de Jesús. Él te ve en forma completa, y cuando te mira, ve la sangre de Jesús corriendo por tus venas. Te ve como su hijo limpio y santo. A través de la muerte de Jesús, puedes ver a Dios con la cara descubierta. 2 Corintios 3:16-18 dice: “Pero, cada vez que alguien se vuelve al Señor, el velo es quitado. Ahora bien, el Señor es el Espíritu; y, donde está el Espíritu del Señor, allí hay libertad. Así, todos nosotros, que con el rostro descubierto reflejamos como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados a su semejanza con más y más gloria por la acción del Señor, que es el Espíritu”. Puedes ver y conocer a Dios libre y plenamente. De hecho, ese es el mayor deseo de Dios. Él anhela que lo conozcamos. Anhela que nos encontremos con la profundidad de su amor por nosotros todos los días.

Siéntate a los pies de tu amoroso Padre celestial sabiendo que no hay nada que se interponga entre tú y él. Pasa tiempo con Dios permitiendo que la verdad de cómo te ve renueve tu conciencia. Que tu conciencia, renovada en él, te lleve libre y consistentemente al trono de Dios.   

Guía de Oración:

1. Medita en tu nueva identidad en Cristo.

 “Todos ustedes son hijos de la luz y del día. No somos de la noche ni de la oscuridad”. 1 Tesalonicenses 5:5

“En cambio, nosotros somos ciudadanos del cielo, de donde anhelamos recibir al Salvador, el Señor Jesucristo”. Filipenses 3:20

“Por lo tanto, ya no hay ninguna condenación para los que están unidos a Cristo Jesús.” Romanos 8:1

“Por lo tanto, si alguno está en Cristo, es una nueva creación. ¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!”. 2 Corintios 5:17

2. Reflexiona sobre tu propia conciencia. ¿Cómo te ves? ¿A través de qué lente ves tu relación con Dios? ¿Es un lente renovado por la sangre de Jesús o uno que no es consistente con su palabra?

3. Permite que la verdad de Dios limpie hoy tu conciencia. Preséntate audazmente ante Dios y deja que él transforme la manera en que ves tu identidad.

“Así que, hermanos, mediante la sangre de Jesús, tenemos plena libertad para entrar en el Lugar Santísimo, por el camino nuevo y vivo que él nos ha abierto a través de la cortina, es decir, a través de su cuerpo; y tenemos además un gran sacerdote al frente de la familia de Dios. Acerquémonos, pues, a Dios con corazón sincero y con la plena seguridad que da la fe, interiormente purificados de una conciencia culpable y exteriormente lavados con agua pura. Mantengamos firme la esperanza que profesamos, porque fiel es el que hizo la promesa”. Hebreos 10:19-23

Cuando sientas que algo se interpone entre tú y Dios, tómate un minuto para reflexionar sobre tu conciencia. Pregúntate: “¿Me siento digno de estar con Dios? ¿Algo me está alejando de él en lugar de acercarme a él?” Pídele al Espíritu que renueve tu conciencia en ese momento. Dedica un minuto a lograr tener la perspectiva de Dios. Confiesa a Dios cualquier pecado que hayas cometido y permite que su perdón te acerque. Nada podría ser más importante que pasar tiempo con tu Padre celestial con la conciencia limpia para que puedas experimentar la plenitud de su amor por ti.

Lectura Complementaria: 1 Pedro 2:1-12

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