Tema de la Semana: La Gracia

La gracia es un regalo que la mayoría de nosotros no sabemos cómo recibir. Estamos tan inundados con el sistema terrenal de dar y recibir, trabajar y ganar que la gracia es un concepto que pocos alcanzan a comprender. Sin embargo, solo la gracia tiene el poder de transformar vidas. Solo la gracia tiene el poder de llevar la libertad a los cautivos. Solo por gracia somos salvos. La mejor manera de usar nuestro tiempo es perseguir de manera consistente y apasionada una mayor revelación de la gracia de Dios.

Presencia llena de gracia

Pasaje Bíblico: “El Señor haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia”. Números 6:25 LBLA

Devocional: 

El regalo más lleno de gracia que Dios nos sigue dando como hijos es su presencia. Moisés escribe una oración hermosa y poderosa en Números 6:25: “El Señor haga resplandecer su rostro sobre ti, y tenga de ti misericordia”. Descansa por un momento en la dulce imagen de esa oración. Reflexiona sobre lo bueno que es que el rostro de Dios brille sobre ti. Siente la paz que viene de la gracia de Dios.

No hay nada mejor en la vida que encontrarse con Dios porque solo en su presencia estamos verdaderamente satisfechos. La Biblia ilustra esta verdad en el Salmo 84 cuando el salmista escribe:

“Vale más pasar un día en tus atrios que mil fuera de ellos; prefiero cuidar la entrada de la casa de mi Dios que habitar entre los impíos. El Señor es sol y escudo; Dios nos concede honor y gloria. El Señor brinda generosamente su bondad a los que se conducen sin tacha. Señor Todopoderoso, ¡dichosos los que en ti confían!”.

Encontrar a Dios es experimentar su bondad. Pasar tiempo en su presencia es experimentar el mismo "favor y honor" que solo proviene de su cercanía.

¿Cómo sería tu vida si vivieras completamente en la presencia de Dios? ¿Qué cambiaría si experimentaras su bondad con cada momento, al despertar o al dormir? ¿Cómo la realidad de su presencia cambiaría para mejor la forma en que vives tu vida? Lo notable es que no tenemos ninguna razón para vivir nuestras vidas apartados de Dios. Cuando Jesús murió, Dios rasgó el velo de arriba a abajo que nos separaba de él. Este velo rasgado simboliza todo el propósito de la muerte de Jesús: que Dios puede morar una vez más entre su pueblo. Además, cuando te hiciste cristiano, fuiste lleno de Dios mismo. Él está más cerca de ti que el mismo aliento que llena tus pulmones.

Ya ves, es por la gracia de Dios que tenemos su presencia. Es por su amor que se acerca a nosotros. La palabra de Dios nos dice que nunca podemos escapar de su presencia. El Salmo 139:9-10 dice: Si me elevara sobre las alas del alba, o me estableciera en los extremos del mar, aun allí tu mano me guiaría, ¡me sostendría tu mano derecha!”. Hechos 17:27-28. dice: “En verdad, él no está lejos de ninguno de nosotros, puesto que en él vivimos, nos movemos y existimos”. Tu mayor regalo siempre está disponible para ti. No importa a dónde vayas, Dios estará allí. Ningún pecado puede separarte de su presencia porque su presencia te llega por gracia, no por tus obras. Tan grande es el amor de Dios por ti que te ofrece su presencia llena de gracia, independientemente de lo que hagas, bien o mal.

Todo lo que se requiere de ti es que abras tu corazón y recibas el regalo que él ofrece. Hay una cantidad infinita de la presencia de Dios para recibir. Él es un océano vasto e interminable que nunca será completamente descubierto. Pero aun así te llama a que vengas y te sumerjas. La Biblia nos ordena en Efesios 5:18: "sean llenos del Espíritu", sean llenos de Dios mismo. Este pasaje se traduce mejor diciendo: "permanezcan siendo llenos". Dios nos pide que nos llenemos constantemente con su presencia porque él sabe que es nuestro mayor don, y la muerte de Cristo ha allanado el camino para que recibamos este don constantemente.

Pasa tiempo hoy simplemente siendo lleno con la presencia de Dios ofrecida por su gracia. Que experimentes el “favor y honor” que solo puedes encontrar descansando en la presencia de tu Padre celestial.

Guía de Oración:

1. Medita en la Biblia acerca de la presencia de Dios. Renueva tu mente al hecho de que él está contigo en este momento y de que su presencia es tu mayor don.

“Vale más pasar un día en tus atrios que mil fuera de ellos; prefiero cuidar la entrada de la casa de mi Dios que habitar entre los impíos. El Señor es sol y escudo; Dios nos concede honor y gloria. El Señor brinda generosamente su bondad a los que se conducen sin tacha. Señor Todopoderoso, ¡dichosos los que en ti confían!”. Salmo 84:10-1 

2. Recibe la presencia de Dios. Abre tu corazón y pídele que se acerque a ti. Toma nota de cómo te sientes en respuesta a su presencia.

“Acérquense a Dios, y él se acercará a ustedes”. Santiago 4:8

“Para mí el bien es estar cerca de Dios. He hecho del Señor Soberano mi refugio para contar todas sus obras”. Salmo 73:28

3. Vive hoy en la presencia continua de tu Padre celestial. Si te das cuenta de que estás viviendo lejos de Dios, tómate un minuto y vuelve a recibir su presencia.

Si me elevara sobre las alas del alba, o me estableciera en los extremos del mar, aun allí tu mano me guiaría, ¡me sostendría tu mano derecha!”. Salmo 139:9-10

En verdad, él no está lejos de ninguno de nosotros, puesto que en él vivimos, nos movemos y existimos”. Hechos 17:27-28

Al buscar hoy la presencia de Dios, mantén en tu corazón esta cita del Hermano Lorenzo. Que ella te alimente hacia la bondad y la simplicidad de encontrarte con tu Padre celestial en todo lo que haces.

Él no nos pide mucho, solo que pensemos en Él de vez en cuando, un pequeño acto de adoración, a veces para pedir Su gracia, a veces para ofrecerle tus sufrimientos, en otras ocasiones para agradecerle por su gracia pasada y presente que Él te ha otorgado en medio de tus problemas, para tomar consuelo en Él tan a menudo como puedas. Eleva tu corazón a Él durante tus comidas y cuando estés con otros; el menor recuerdo siempre será el que más le agrade. Uno no necesita gritar muy fuerte; Él está más cerca de nosotros de lo que pensamos. (La Práctica de la Presencia de Dios). 

Lectura Complementaria: Salmo 84

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