Lysa TerKeurst

17 de septiembre de 2024

Las pérdidas no tienen que arrebatar nuestra esperanza
LYSA TERKEURST

Hermanos, no queremos que ignoren lo que va a pasar con los que ya han muerto, para que no se entristezcan como esos otros que no tienen esperanza. 1 Tesalonicenses 4:13 (NVI) 

Me resulta difícil compartirles esta historia porque aún no estoy lista para usar el nombre de mi amiga en tiempo pasado.

Ella era una amiga maravillosa. Ella es una amiga maravillosa. Y falleció demasiado rápido tras un diagnóstico severo. Creo que aún no lo puedo creer porque ella era una luz tan brillante en este mundo, en mi mundo, que nada podría apagar toda esa bondad, alegría, amor, coraje, lealtad y esperanza inagotable.

Quisiera llamarla y compartir con ella todas las novedades. Nos encontrábamos planificando otro viaje juntas. Estábamos realizando obras ministeriales juntas. Por fin mi vida estaba cambiando para bien después de recibir su apoyo en oración durante una década de sufrimientos. Ella todavía tenía nietos por nacer y aventuras que deseaba emprender y tanta sabiduría que deseaba compartir con todas nosotras.

Y luego, justo en medio de toda esa vida, una enfermedad frenó todo de golpe, y las conversaciones se llenaron de palabras como “cáncer” y “tumores” y “tratamientos” y “oraciones por un milagro”.

Extraño tanto a mi amiga Lisa. No puedo hablar acerca de ella sin llorar. Y mientras proceso mi duelo, he encontrado más preguntas difíciles que tengo para Dios:

¿Por qué ella?

¿Por qué a esta persona especial que brindó semejante bondad a cada vida que tocó?

Ella te honró a Ti, Dios, con todo su corazón; y ella puso en práctica Tu amor de maneras tan maravillosas. ¿Cómo podría todo esto ser parte de un buen plan?

Mi lucha está compuesta por las injusticias de su vida que se acababa mientras otros que causan tanta destrucción y maldad están físicamente saludables y libres para seguir hiriendo a las personas. Sé que Dios es paciente, deseando que todos se arrepientan y se alejen de sus pecados. Y creo que Su paciencia con todos nosotros es parte de Su bondad.

Pero duele tanto que mi amiga haya partido.

Hice las paces con el hecho de no comprender y que no obtendré respuestas a todas mis preguntas. Pero aun lloro y peleo con lo que parece tan injusto para mí.

¿Te sientes identificada?

La única manera de hacer las paces con esto en este momento es regresar y preguntarme a mí misma, ¿cuál es la verdad acerca del corazón de Dios? Lo que yo crea acerca de la verdadera naturaleza de Dios afectará la manera en que proceso las cosas difíciles que me suceden en la vida.

No entiendo porqué tuvo que partir mi amiga Lisa, pero esto es lo que sí sé: ella amaba a Dios y confiaba en el amor que Dios tenía por ella. Para Lisa, confiar en Dios nunca se trató de lo que ella estaba enfrentando; su confianza estaba en la lealtad consistente que Él manifestó a través de su vida.

El otro día, recurrí a 1 Tesalonicenses 4:13-14, que dice, “Hermanos, no queremos que ignoren lo que va a pasar con los que ya han muerto, para que no se entristezcan como esos otros que no tienen esperanza. ¿Acaso no creemos que Jesús murió y resucitó? Así también Dios resucitará con Jesús a los que han muerto en unión con él” (NVI).

Lisa no quería ese diagnóstico. Ella no quería sufrir. Ella estaba afligida, y los que la amamos también. Pero ninguno de nosotros estaba abatido como quienes no tienen esperanza. Presenciar la manera en la cual Lisa lidió con su aflicción y esperanza fue maravilloso. Ella fue capaz de reconocer que su situación era desagradable, pero aun así ella se mantuvo disponible a las alegrías de la vida.

Francamente, en mi opinión, la sensación de estar abierta a las alegrías de la vida, incluso durante las adversidades, parece ser la definición maravillosa de “esperanza”. Si creemos que Dios nos ama de tal manera que Él entregó a Su único Hijo para morir por nosotros, ¿por qué Su amor habría de detenerse en el umbral de circunstancias devastadoras de la vida y cosas que no tienen sentido para nosotras? Su amor no se detiene allí. Así que nuestra esperanza tampoco debería hacerlo.

Oro para que cuanto más yo crea en el amor absoluto de Dios por mí, por Lisa y por todas nosotras… mayor será mi confianza en Él. Creo lo mismo para ti, también, amiga.

Señor Jesús, sé que sin importar lo que afronte, la esperanza es posible. Ayúdame a mantenerlas juntas a ambas, la tristeza y la alegría… el duelo y la celebración… el dolor y la victoria… mientras me aferro a Ti para que me lleves por esta temporada. Confío en Ti, mi Dios. En el Nombre de Jesús, Amén.

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A menudo la vida parece tan diferente de lo que esperábamos o deseábamos. Nos sentimos desilusionadas, y silenciosamente empezamos a cuestionar la bondad de Dios. En su libro No debería ser así, Lysa TerKeurst nos enseña que, ya sea que estemos lidiando con decepciones diarias o pérdidas que alteran la vida, podemos encontrar una fortaleza inesperada al aprender lo que es luchar bien entre nuestra fe y nuestros sentimientos. ¡Descarga gratis los primeros tres capítulos aquí!

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2 Corintios 4:16-18, Por tanto, no nos desanimamos. Al contrario, aunque por fuera nos vamos desgastando, por dentro nos vamos renovando día tras día. Pues los sufrimientos ligeros y efímeros que ahora padecemos producen una gloria eterna que vale muchísimo más que todo sufrimiento. Así que no nos fijamos en lo visible, sino en lo invisible, ya que lo que se es pasajero, mientras que lo que no se ve eterno. (NIV)

¿Cómo renuevan tus esperanzas el hecho de recordar perspectivas eternas?

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