Lysa TerKeurst

3 de octubre de 2024

Mientras esperamos las promesas de Dios
LYSA TERKEURST

Bienaventurado el hombre que pone su confianza en el SEÑOR… Salmo 40:4 (RVA-2015)

¿Hay algunas decepciones profundas en tu vida que persisten? ¿Sientes que has estado orando las mismas oraciones sin apenas ver algún cambio?

Entiendo cuán difícil puede ser. Y aunque las circunstancias de tu vida puedan ser diferentes a las mías, todas tenemos esos momentos en los cuales luchamos entre lágrimas en medio de la noche.

Algunos recuerdos todavía duelen. Realidades que te hacen preguntarte si volverás a sentirte normal otra vez. Sufrimientos que parecen durar para siempre. Y estás decepcionada porque hoy no estás viviendo las promesas de Dios por las que has suplicado que pasen.

En tus momentos más privados quieres gritar por la injusticia de todo esto. Pero luego hay momentos de más esperanza… cuando quieres subirle el volumen a la música de alabanza, elevar oraciones honestas y declarar que Dios es bueno aún cuando la situación no siempre parece ser buena.

Herida pero todavía confiando: ese es el recorrido humano.

Y es ahí donde encontramos a David en el Salmo 40. En los primeros diez versículos, David alabó a Dios por liberarlo, pero en los versículos 11-17, él clamó a Dios para que lo liberara de nuevo.

Confiar no significa que ignoramos la realidad. Significa que reconocemos la realidad al mismo tiempo que reconocemos la soberanía de Dios: Su absoluta capacidad y poder para obrar como a Él le parezca mejor.

Nuestra confianza no puede estar ligada a si una circunstancia u otra persona cambie o no. Nuestra confianza debe estar ligada a las promesas inmutables de Dios. Esperamos el bien que Dios definitivamente traerá de nuestra situación, independientemente de que ese bien concuerde o no con nuestros deseos. Y a veces eso toma tiempo. El proceso muchas veces requiere que seamos perseverantes y pacientes.

Honestamente, sé que todo esto se puede sentir un poco abrumador. Quiero la promesa del Salmo 40:4: “Bienaventurado el hombre que pone su confianza en el SEÑOR”, pero olvido que este tipo de confianza en Dios usualmente se forja en el crisol del sufrimiento prolongado. Dios no me está atormentando. Dios me está escogiendo para que viva personalmente Sus promesas.

Es un gran honor. Pero usualmente no se siente como tal. Tengo que caminar por los lugares bajos del proceso antes de estar perfectamente equipada para vivir la promesa. Leemos sobre esto en el Salmo 40:1-3:

Pacientemente esperé al SEÑOR, y él se inclinó a mí y oyó mi clamor. Me hizo subir del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso. Puso mis pies sobre una roca y afirmó mis pasos. Puso en mi boca un cántico nuevo, una alabanza a nuestro Dios. Muchos verán esto y temerán, y confiarán en el SEÑOR (RVA-2015).

La idea de esperar pacientemente es increíblemente importante en este salmo. La palabra hebrea para “esperé” en el versículo 1 indica que es algo que está en curso, y contiene un sentido de expectativa y esperanza ansiosa.

Así que aunque quiera la roca sólida sobre la cual pararme, primero tengo que esperar pacientemente para que el Señor me levante del lodo cenagoso y para luego “[poner] mis pies” (Salmo 40:2, RVA-2015). Esa palabra “poner” en el hebreo original es qum, que también significa “levantarse o tomar una posición”. Dios tiene que llevarme por el proceso de desatascarme de lo que me ha estado manteniendo cautiva antes de que me pueda levantar.

También quiero esa nueva canción prometida en el Salmo 40:3. Sin embargo, ¿notaste lo que viene antes de ella? Muchos clamores al Señor por ayuda. Las canciones de alabanza más poderosas con frecuencia son gritos guturales de dolor que se han convertido en melodías bellas.

Sé que esto es difícil. Así que déjame ser quien se acerca y te susurra estas palabras mientras comenzamos a luchar juntas en este recorrido: Dios está resolviendo las cosas. Él no está lejos. Él está justo aquí con nosotras. Incluso si nuestras oraciones no son contestadas de la manera y en el tiempo que nos gustaría. Aún cuando este proceso se sienta caótico. Podemos confiar en que Dios es bueno.

Señor Dios, sé que con frecuencia Tú obras en formas que no entiendo. Hay algunas partes de mi historia en las que se siente increíblemente difícil vivir, pero confío en que estás haciendo algo hermoso inclusive de esas partes de mi vida. En el Nombre de Jesús, Amén.

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En su nuevo libro, Quiero confiar en ti, pero no puedo, Lysa TerKeurst te muestra qué hacer con tu escepticismo y desconfianza para que puedas sanar de las traiciones del pasado y avanzar con fuerza y resiliencia. Puede que un amigo te decepcione constantemente, que un líder o una organización que respetas resulte ser diferente de lo que aparenta, tu cónyuge te engañe, un familiar te traicione... Y te preguntas: Si Dios permite que esto ocurra, ¿se puede confiar en Él? Lysa te ofrece formas prácticas y bíblicas para desarrollar la estabilidad que anhelas dentro de ti y con Dios, para que no te vuelvas cínica ni lleves un sistema de creencias equivocado a cada nueva relación.

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Salmo 40:17, Yo soy pobre y necesitado; quiera el Señor tomarme en cuenta. Tú eres mi socorro y mi libertador; ¡no te demores, Dios mío! (NVI)

Mientras pasas por una temporada de espera o de demora, ¿cómo te estás apoyando en el Señor como tu Ayuda y Libertador?

Nos encantaría escuchar de ti, comparte tus pensamientos en los comentarios.

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