Lysa TerKeurst

9 de enero de 2024

Recuerda quién eres
LYSA TERKEURST

Dios vio todo lo que había hecho; y era bueno en gran manera. Génesis 1:31a (NBLA)

“Recuerda quién eres”.

Estas son palabras que les repetí tantas veces a mis hijos cuando estaban pequeños. Quería que recordaran que son hijos del Dios Todopoderoso. Si recordaban esta verdad, serían capaces de vivirla.

Génesis 1 y 2 son los capítulos donde nació esta idea. Mientras navegamos un mundo lleno de sufrimiento y de tantos corazones cargados de vergüenza, leer estos primeros dos capítulos de la Biblia se siente cómo si Dios nos susurrara: “Recuerda quién eres. Recuerda cómo te diseñé. Recuerda a todo lo que te he llamado”.

Cuando Dios formó este mundo y sus criaturas, Su bondad se impregnó en cada pensamiento y cada toque. Y cuando terminó todo, Génesis 1:31a dice que: “Dios vio todo lo que había hecho; y era bueno en gran manera”.

Me encanta cómo Dios declaró que Adán y Eva eran increíbles y abundantemente buenos, aún cuando los ingredientes que utilizó para crearlos eran humildes y básicos: polvo y huesos quebrados (Génesis 2:7; Génesis 2:22). Ese no parece un principio prometedor.

Pero elegidos por Dios y luego soplados y tocados por Él, esos fueron los únicos ingredientes que formaron parte de la creación que eran a la imagen de Dios, una nada se convirtió en el más glorioso algo. Adán y Eva fueron hechos para reflejar la imagen de Dios. Ellos hicieron que la imagen invisible de Dios, fuera visible.

Y no quiero que nos perdamos la importancia de Génesis 2:18, cuando Dios dijo que Le daría una “ayuda adecuada” a Adán (NVI).

La palabra griega para “adecuada” es neged, que significa “lo que está enfrente tuyo, frente a tus ojos, delante de ti, en tu presencia”. Esto le da sentido al tipo de ayuda que Adán necesitaba: Más allá de alguien que le ayudara a cuidar el jardín del Edén o alguien perfectamente diseñada para tener hijos, Adán necesitaba una imagen, alguien frente a él, delante de sus ojos. Esto para mí, parece un reflejo. No el tipo de reflejo que ves frente a un espejo, que solo te muestra exactamente lo que pones delante de él. Más bien se trataba de que la mujer frente a él era un reflejo de la imagen de Dios.

Parece que Eva, al ser la ayuda adecuada para Adán, debía recordarle quién era él: un humano creado a la imagen de Dios. Un reflejo de la gloria de Dios y la bondad de Dios. Y este es un recordatorio que Eva también necesitaba. Juntos, los primeros humanos debían llenar la tierra con la gloria de Dios (Génesis 1:28), no solo ser fructíferos y multiplicarse con hijos, sino multiplicar la evidencia de Dios Mismo.

Su diseño a la imagen de Dios le declaraba al mundo que ¡Dios es digno de alabanza!

Y su diseño les declaraba el uno al otro: “Recuerda quién eres. Eres de Dios. Provienes de Dios. Hecha a Su imagen. Amada desde la profundidad del inconmensurable corazón del Padre. Valorada más allá de lo imaginable”

Este es el Eco Divino. Esto es para lo que Adán y Eva fueron llamados, y es para lo somos llamadas nosotras. No solo las personas casadas, sino todas las que tienen un corazón palpitante. Y entre más nos recordemos una a la otra quienes somos, más reflejaremos la bondad y gloria de Dios a toda la tierra.

Somos más que polvo y huesos.
Somos más de lo que hemos hecho o lo que nos han hecho.
Somos más que lo peor que otros dicen de nosotras.

Somos el mismísimo soplo y toque de Dios.
Diseñadas y amadas por Dios.
El reflejo de la gloria y bondad de Dios.

Estas son las verdades que necesito recordar sobre quien soy. Soy mucho más que la suma de mi angustia, dolor e inseguridades. Quizás es lo que tu necesitas también… así que escucha a Dios susurrándole a tu alma hoy: “Recuerda quien eres”.

Dios Padre, que regalo tan hermoso y sobrecogedor es ser portadora de Tu Imagen. Ayúdame a cambiar cómo me veo a mi misma y a los demás. Muéstrame si hay alguien a quien he visto con una mirada de dolor y vergüenza, y no con tu mirada Divina de amor. Quiero llenar de vida y verdad los corazones de quiénes sufren y han olvidado quiénes son. En el Nombre de Jesús, Amén.

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Es fácil perder de vista quienes somos cuando nuestra confianza es traicionada. Puede que un amigo te decepcione constantemente, un líder o una organización que respetas resulte ser diferente de lo que aparenta, tu cónyuge te engañe, un familiar te traicione, y te preguntes: si Dios permite que esto ocurra, ¿puedo confiar en Él? En su nuevo libro, Quiero confiar en ti, pero no puedo, Lysa TerKeurst te muestra qué hacer con tu escepticismo y desconfianza para que puedas sanar de las traiciones del pasado y avanzar con fuerza y resiliencia.

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PROFUNDICEMOS

Génesis 1:27, Y Dios creó al ser humano a su imagen; lo creó a imagen de Dios; hombre y mujer los creó. (NVI)

¿Cómo recordar quien eres: santa, amada hija de Dios, hecha a Su Imagen, te impacta? ¿Cómo recordar esta verdad cambia como te ves a ti misma y a los demás hoy?

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