Una Cuestión del Corazón
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En Mateo 6, Jesús condenó a los fariseos y escribas como hipócritas. ¿Por qué los condenó si los fariseos eran congruentes con lo que decían y hacían? Ellos decían que oraban siete veces al día y lo hacían. Decían que ayunaban dos veces a la semana y lo hacían. Decían que oraban y diezmaban fielmente al tesoro del templo y lo hacían. Decían guardar la ley y lo hacían. Eran los superestrellas espirituales de su época. Sin embargo, Jesús nos advierte a que no seamos como ellos.
Jesucristo se estaba refiriendo a la hipocresía del corazón. El corazón de los fariseos y los escribas no era congruente con sus hechos. Ellos querían comprar el reconocimiento público. Ésa era su motivación y por eso los llamó hipócritas. La pregunta para nosotros es: ¿Cuál es nuestra motivación al dar, al orar, al ayunar, al ir a la iglesia, al adorar, etc.? ¿Cuándo Dios ve tu corazón y tu motivación al hacer todas estas cosas, qué es lo que ve?
Como puedes ver, es una cuestión del corazón. Todas las disciplinas espirituales deben hacerse en ‘secreto' y no con la motivación de verse espiritual ante los ojos de otros. Jesucristo quería que comprendiéramos que debemos rechazar la tentación de mostrar nuestras buenas obras por vanidad religiosa o autoglorificación.
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