“Sé fuerte y valiente. No tengas miedo de estar aterrorizado por ellos, porque el Señor tu Dios va contigo; él nunca te dejará ni te abandonará.” (Deuteronomio 31:6)
A menudo es difícil orar cuando estás consumido por la desesperanza o incluso los pensamientos suicidas. De hecho, mientras que la oración es lo más importante que puedes hacer, a menudo es lo último que quieres hacer. Requerirá autodisciplina y autocontrol. Requerirá una fuerza que solo puede venir de Dios. Por esta razón, es una buena idea planificar por adelantado. Escribe una oración cuando puedas expresar tu dolor y tu proceso de pensamiento, luego lo tendrás listo para leer la próxima vez que aparezcan los pensamientos desesperantes. Quizás la siguiente oración pueda ser de alguna ayuda.
Dios mío, la oscuridad se ha apoderado de mí y no puedo encontrar mi camino de regreso a la luz. En este momento, terminar todo parece ser la mejor opción, la única opción, la única forma de escapar. Sin embargo, hay algo en mí que quiere que tu luz apague la oscuridad. Así que te pido, Señor, que hagas exactamente eso. Tú eres la única luz que puede brillar en la oscuridad.
Sé que cuando estoy consumido con pensamientos de muerte estoy creyendo mentiras del enemigo. Te pido, Señor, que me recuerdes estas verdades: cuando me siento solo, estás conmigo; cuando me siento invisible, me ves; cuando me siento sin valor, mi valor es conocerte y que me conozcas.
A menudo me siento fuera de lugar en este mundo. No encajo y no estoy seguro de querer hacerlo. Recuérdame que este mundo no es mi hogar y mientras, como hijo, nunca encajaré aquí, mi tiempo aquí no ha terminado. Aún no. Por favor, dame el deseo de vivir.
Cuando siento que no me importa, recuérdame que fui creado con un propósito. Cuando no sé o no entiendo por qué me siento como me siento, recuérdame que conoces la profundidad del dolor en mi corazón, en mi cuerpo y en mi ser. Me conoces mejor de lo que yo me conozco y, aun así, me amas.
Recuérdame que estoy hecho de forma maravillosa y temerosa, y que valgo más de lo que sé. Recuérdame que esta vida no es mía. Recuérdame que el suicidio no es la única opción. Recuérdame amarte y amarme a mí mismo.
Recuérdame que Jesús no vino a la tierra y murió por mí para que yo pudiera vivir una vida derrotada. Ayúdame a desear la vida y a vivir plenamente en ti. En el precioso nombre de Jesús, Amén.
Nota del editor: Contenido tomado de “Una oración para combatir los pensamientos suicidas” por Beth Ann Baus. Puedes leer la pieza completa aquí. Todos los derechos reservados