Cuando se le preguntó a Jesús cuál de todos era el mandamiento más importante, Él respondió “amar al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con todas tus fuerzas y con toda tu mente y el segundo es amar a tu prójimo como a tí mismo”. Inmediatamente después de decir estas palabras, Jesús ilustró esta enseñanza con una parábola de un hombre que iba de Jerusalén a Jericó cuando fue atacado, despojado de sus bienes y dado por muerto. Al pasar por ahí un sacerdote lo vio tirado en el camino pero en vez de ayudarlo se fue por otro lado, igualmente un Levita que por ahí pasaba ignoró al hombre herido y siguió su camino. Momentos después un tercer hombre, un samaritano, pasó por ahí tuvo compasión del hombre y sin pensarlo ayudo a sanar las heridas del hombre, lo cuido y lo llevó a un lugar donde el samaritano pago dos denarios para que cuidarian de el hombre.
Esta hermosa enseñanza se encuentra en el evangelio de Lucas. Esperamos que al leer y estudiar esta parábola puedas reflexionar en la importancia de amar y ayudar a aquellos en necesidad aunque no esten relacionados con nosotros en ninguna manera.