Jesús compartió la parábola del sembrador con la multitud que se reunió alrededor de Él a la orilla del mar. Jesús cuenta que un sembrador esparció y sembró semillas en cuatro diferentes tipos de tierra. Las primeras semillas cayeron junto a un camino donde las aves llegaron a comerselas. Otras semillas cayeron en pedregales donde la semilla brotó sin raíces pues no había tierra profunda. Otro grupo de semillas cayó entre un grupo de espinos los cuales brotaron y ahogaron a las semillas, por último otras semillas cayeron en tierra buena, profunda y fértil y ahí pudieron crecer sus raíces y dar su fruto.
Jesús utilizó esta parábola con el fin de explicarle a sus discípulos que la gente tiene diferentes respuestas al escuchar y creer en el mensaje salvador del Evangelio. En esta parábola el sembrador es Jesús las semillas son sus enseñanzas y su palabras que encontramos en la Biblia. La tierra junto al camino donde las aves comieron fácilmente las semillas representa a alguien que no ha escuchado el evangelio o que se niega a creer en el mensaje de salvación, alguien que al no tener conocimiento nunca llega a desarrollarse, por el contrario, es devorado o manipulado por otras cosas. Los pedregales representan a aquellos que han escuchado del mensaje de salvación de Jesús pero no está convencido en su corazón del poder que tiene el evangelio por lo tanto las raíces de su fe no están bien arraigadas y cae fácilmente. La tierra de los espinos se refiere a las personas que han escuchado del evangelio, lo han recibido, pero sostienen muchos ídolos o distracciones en sus vidas. Ya sean miedos, riquezas, lujurias, adiciones o ambiciones todas esas cosas que te roban la atención y la fe en Cristo Jesús son comparables a las espinas que crecen por todas partes ahogando y previniendo que la semilla se desarrolle. Por último la buena tierra representa a todos aquellos que han escuchado y recibido el Evangelio de Salvación. Aquellos que dejan que la semilla caiga en tierra buena y profunda para que las raíces puedan estar firmemente arraigadas en la fe en Jesús. Estas semillas no solo brotaran sino que darán buen fruto.
Jesús compartió la parábola del sembrador para demostrar lo importante que es el estado de nuestro corazón y como nuestra salvación es provista por nuestras elecciones, nuestras acciones y nuestra fe al escuchar y aceptar la verdad del evangelio.