En el capítulo 3, vemos una historia que ejemplifica el buen juicio y sabiduría del Rey Salomón. Había dos madres que vivían en la misma casa y cada una acababa de dar a luz a su propio hijo respectivamente. Tristemente una de las dos madres sofocó a su hijo accidentalmente mientras dormían y al día siguiente después de darse cuenta de que su hijo había muerto esta mujer fue y cambió a su hijo por el de la otra mujer. Al ver que ese no era su hijo empezaron a pelear y discutir, por lo que fueron llevadas delante de Salomón. Al ver que las dos mujeres declaraban con mucha fuerza que ambas eran la madre del niño, Salomón, pidió que le trajeran una espada para cortar al niño en dos y de esa manera darle una mitad a cada una de las mujeres. Al oír tal proposición una de las dos mujeres aceptó, mientras que la otra le rogó al rey que de favor no hiciera tal cosa, que mejor le diera al bebé a la otra mujer, pero sin hacerle daño al bebé.
Al observar la reacción de esta segunda mujer, Salomón se pudo dar cuenta de que era esta mujer la verdadera madre del bebé, puesto que una madre de verdad estaría dispuesta a dar a su hijo si esto le salvase la vida. “Cuando todo Israel oyó del juicio que el rey había pronunciado, temieron al rey, porque vieron que la sabiduría de Dios estaba en él para administrar justicia” (1 Reyes 3:28).