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Advertencia contra la idolatría »Supongamos que, en medio de ti, hay profetas o aquellos que tienen sueños sobre el futuro, y te prometen señales o milagros,
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y resulta que esas señales o milagros se cumplen. Si de pronto ellos dicen: “Ven, rindamos culto a otros dioses” —dioses que hasta entonces no conocías—
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no los escuches. El Señor tu Dios te está probando para ver si realmente lo amas con todo el corazón y con toda el alma.
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Sirve sólo al Señor tu Dios y teme solamente a él. Obedece sus mandatos, escucha su voz y aférrate a él.
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Los falsos profetas o los soñadores que traten de descarriarte serán ejecutados, porque fomentan la rebelión contra el Señor tu Dios, quien te libertó de la esclavitud y te sacó de la tierra de Egipto. Ya que tratan de desviarte del camino que el Señor tu Dios te ordenó que siguieras, tendrás que quitarles la vida. De esa manera, eliminarás la maldad que hay en medio de ti.
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»Supongamos que alguien trata de persuadirte en secreto —incluso podría ser tu hermano, tu hijo o tu hija, tu amada esposa o tu mejor amigo— y te dice: “Vamos, rindamos culto a otros dioses”, dioses que ni tú ni tus antepasados jamás conocieron.
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Incluso podrían sugerir que rindas culto a los dioses de los pueblos que viven cerca o de los que viven en los extremos de la tierra.
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No les hagas caso ni los escuches. No les tengas compasión ni les perdones la vida ni trates de protegerlos.
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¡Deberás quitarles la vida! Da tú el primer golpe, y luego que todo el pueblo se sume.
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Tienes que apedrear a muerte a los culpables, porque han tratado de alejarte del Señor tu Dios, quien te rescató de la tierra de Egipto, donde eras esclavo.
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Entonces todo Israel oirá y tendrá temor, y ya nadie volverá a actuar con tanta perversidad.
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»Cuando comiences a vivir en las ciudades que el Señor tu Dios te da, tal vez oigas
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que hay sinvergüenzas en medio de ti que llevan por mal camino a los habitantes de su ciudad, diciéndoles: “Vamos, rindamos culto a otros dioses”, dioses que hasta entonces tú no conocías.
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En tales casos, analiza los hechos cuidadosamente. Si encuentras que lo que se dice es cierto y en verdad se cometió ese acto tan detestable en medio de ti,
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deberás atacar a esa ciudad y destruir por completo a todos los habitantes junto con todos los animales.
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Luego deberás amontonar todo el botín en el centro de la plaza pública y quemarlo. Prende fuego a toda la ciudad como una ofrenda quemada al Señor tu Dios. La ciudad deberá quedar en ruinas para siempre; no se volverá a construir jamás.
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Que nadie guarde nada del botín que fue separado para ser destruido. Entonces el Señor alejará de ti su enojo feroz y te tratará con misericordia. Tendrá compasión de ti y te convertirá en una nación numerosa, tal como lo juró a tus antepasados.
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»El Señor tu Dios será compasivo contigo sólo si escuchas su voz y obedeces todos sus mandatos que te entrego hoy, y haces lo que a él le agrada.