A menudo nos volvemos impacientes en la espera.
Bien sea positivos o negativos, los cambios usualmente traen sentimientos de miedo, ansiedad, indecisión, tensión, confusión, desespero. Nuestras emociones son parte de un cambio. Las temporadas de cambio pueden durar unas pocas semanas más, meses e incluso años. Cuando los cambios duran más de lo esperado pueden ser agonizantes.
A menudo, perdemos el corazón o la visión durante las temporadas de cambio, porque no pareciera como si algo estuviera ocurriendo. Aprender a confiar en Dios con los cambios puede ser desafiante.
Mis pequeños me enseñaron una buena lección acerca de cómo podemos superar la impaciencia durante una temporada de cambios. Para un proyecto de ciencia de escuela en casa, compré capullos por internet para conocer el ciclo de vida de una mariposa.
Para mis hijos, la espera y confianza en que saldría una mariposa era tan DURA. Ellos querían “ayudar” el proceso. Preguntaron múltiples veces si podríamos ayudar a la mariposa a salir del capullo.
¿Qué tan a menudo he tomado una temporada de cambios por mí misma?
Tenemos que aprender a confiar en Dios con los cambios.
Hay una tensión que ocurre cuando estamos en medio de los cambios. Vivir en medio de lo que es la esperanza de lo que está por venir es desafiante. Tenemos que APRENDER que podemos confiar en Dios con los cambios, incluso cuando no vemos el final.
Se nos dice en Salmos 37:34, “Espera en el SEÑOR y guarda su camino, y Él te exaltará para que poseas la tierra; cuando los impíos sean exterminados, tú lo verás.”
Mientras navegamos las tumultuosas aguas de aprender a confiar en Dios con los cambios, tenemos que decidir dónde vamos a poner nuestra confianza o anclar nuestra alma. Podemos mirar muchos ejemplos bíblicos para ver como ellos navegaron a través del cambio. Algunos de esos héroes de la Biblia lo lograron mientras colocaban su confianza en Dios, mientras que otros se perdieron en el camino a su destino.
Noemi experimentó pérdidas y tuvo que lidiar con cambios.
Hace años, estuve inmiscuida en el mayor cambio de mi vida: pasé de ser una esposa con 4 hijos a ser una madre soltera. Durante esta temporada desafiante, me enganché con la historia de Noemí del libro de Rut. Ella se convirtió en mi héroe mientras imaginé lo que debió haber sentido, las lágrimas que lloró, la amargura de su alma y eventualmente la redención de todo lo que había perdido.
Mientras me enteraba de los cambios extremadamente desafiantes que Noemí enfrentó, comencé a imaginar lo que ella debió haber sentido e incluso dicho mientras viajó con su esposo lejos de todo lo que le era familiar a una tierra foránea:
“Aconteció que en los días en que gobernaban los jueces, hubo hambre en el país. Y un hombre de Belén de Judá fue a residir en los campos de Moab con su mujer y sus dos hijos.” (Rut 1:1,3)
Sentí esa agonía de pérdida con Noemi mientras ella lloraba a toda su familia y perdió su sustento. Podría identificarme con la realidad de este dolor y el miedo que todos esos cambios traen.
Noemí se orientó a Dios.
En medio del duelo, Noemi escuchó buenas noticias. Una y otra vez en mi vida cuando he estado confrontada con cambios agonizantes, Dios esperanzadamente envía noticias o señales que lleven mi atención a Él. Aprendí tanto de la respuesta de Noemi. Ella se orientó a Dios, ella resolvió volver.
“Entonces se levantó con sus nueras para regresar de la tierra de Moab, porque ella había oído en la tierra de Moab que el SEÑOR había visitado a su pueblo dándole alimento. Salió, pues, del lugar donde estaba, y sus dos nueras con ella, y se pusieron en camino para volver a la tierra de Judá.” (Rut 1:6-7)
Estaba sorprendida por la valentía de Noemí, ella había estado lejos de Belén por un largo tiempo. Su familia, bajo el liderazgo de Elimelec hizo algo que los habría condenado al ostracismo de familia y comunidad –ellos se fueron a una tierra donde otros dioses eran adorados, LUEGO los hijos se casaron con mujeres de esa tierra, negando directamente lo que Dios había dicho.
En el medio del cambio, la desesperación puede inundar nuestra alma.
Habiendo perdido su provisión, estas tres viudas se sometieron a un futuro incierto. En el medio del cambio, la desesperación puede apresurarse e inundar nuestra alma, justo como lo hizo con Noemí y como lo hizo conmigo muchas veces.
“Volveos, hijas mías. Id, porque soy demasiado vieja para tener marido. Si dijera que tengo esperanza, y si aún tuviera un marido esta noche y también diera a luz hijos, ¿esperaríais por eso hasta que fueran mayores? ¿Dejaríais vosotras de casaros por eso? No, hijas mías, porque eso es más difícil para mí que para vosotras, pues la mano del SEÑOR se ha levantado contra mí.” (Rut 1:12-13)
Podemos golpear un muro.
Inevitablemente, en el viaje de APRENDER a confiar en Dios con los cambios, golpearemos un muro. Podemos desesperarnos y perder la vista de la promesa como Noemí lo hizo. Nuestro reflejo del pasado puede llevarnos a un espiral e imaginar un futuro sin esperanza. Como Noemí, nos hacemos amargos cuando no sentimos la evidencia de la bondad de Dios. Amo el hecho de que Noemí no tuvo miedo de reconocer la amargura de su alma:
“Y ella les dijo: No me llaméis Noemí, llamadme Mara, porque el trato del Todopoderoso me ha llenado de amargura. Llena me fui, pero vacía me ha hecho volver el SEÑOR. ¿Por qué me llamáis Noemí, ya que el SEÑOR ha dado testimonio contra mí y el Todopoderoso me ha afligido?” (Rut 1:20-21)
Yo también era una mujer amargada y luego de identificarme con Noemi, aprendí que el Señor es lo suficientemente grande para manejar mi decepción y desespero cuando el cambio ocurre en mi vida.
Rut vio algo más allá de las palabras de Noemí
Leemos que Orfa regresó a Moab y a casa de sus padres, sin embargo, Rut decidió quedarse con Noemí. Ella vio algo más allá de lo que decía Noemí que la convenció de quedarse. Para Rut, las acciones de Noemí hablaban más fuerte que las palabras. Mi corazón estaba impactado por la respuesta de Rut.
En medio de mi divorcio, mi hija mayor se alejó de su relación con Dios y con nuestra familia. Ella se cerró a sí misma y comenzó a ir por un camino oscuro. Mientras leía las palabras de Rut, sentí como el Señor estaba implantando una semilla de ESPERANZA para el futuro de mi hija. Sentí que la forma en la que escogí llevar mi corazón durante una temporada de cambios afectaba directamente a mi hija.
Sentí al Señor prometiéndome: “Si vas a dar la cara por tu casa durante la temporada de muerte y los grandes imprevistos de la vida, tu hija te dirá, como Rut…”
“Pero Rut dijo: No insistas que te deje o que deje de seguirte; porque adonde tú vayas, iré yo, y donde tú mores, moraré. Tu pueblo será mi pueblo, y tu Dios mi Dios.” (Rut 1:16)
La esperanza de redención
Mientras leemos a través del final de la historia vemos el plan de Dios de redención:
Rut (La nuera de Noemí) se casa con Boaz.
Boaz es un redentor pariente.
Debido al matrimonio, su hijo primogénito (Nieto de Noemí) heredará todas las propiedades perdidas por el esposo fallecido de Noemi.
Boaz y Rut nombran a ese hijo Obed.
Obed es la redención de todo lo que Noemí perdió. En él, toda su esperanza fue restaurada.
¿Pero por qué podemos confiar en Dios con los cambios?
¿Por qué mis hijos confiaban en que había algo bueno, algo hermoso que SALDRÍA de ese capullo tan feo?
¿Por qué Noemi regreso a la “Casa del Pan” (Belén) cuando parecía que Dios la había perdonado?
¿Por qué siguió confiando en Dios con los cambios?
¿Por qué escogí confiar en Dios cuando no había evidencia de que mi hija regresaría a Él?
¿Por qué seguí confiando en Él por casi 10 años por el cumplimiento de su promesa?
Nuestra respuesta a esta pregunta determina nuestro destino.
(También afectará el destino de nuestras familias y de aquellos que estemos guiando)
Como mis hijos respondieron a la invitación de CONFIAR que una mariposa saldría, determinando el destino de esa mariposa.
Como yo respondí a la pregunta de confiar en Dios determinaría mi destino, el destino de mi hija mayor y mis otros 3 hijos… e inevitablemente el destino de mis nietos.
Podemos confiar porque conocemos el final de la historia.
Sin la promesa de la mariposa, ninguno de nosotros habría esperado. Todos habríamos roto el feo capullo para mirar qué había adentro. Fue la promesa de algo hermoso que nos ayudó en la espera. Sabíamos, porque habíamos visto y escuchado que había algo hermoso tomando forma dentro. Así que esperamos.
Como Pablo, debemos mantener nuestros ojos fijos en el autor y en quien completa nuestra fe. El cambio es el medio que Dios usa para acercarnos a nuestro destino, pero para seguir el curso es importante saber la belleza del destino.
Tenemos el destino de convertirnos en su reflejo. (2 corintios 2:18)
Tenemos el destino de traer su Reino aquí en la tierra (Mateo 6:10)
Tenemos el destino de producir buen fruto que represente su carácter (Juan 15:5)
Tenemos el destino de la belleza saliendo de las cenizas. (Isaías 61)
El mundo de Dios está repleto de promesas para nuestro destino en Cristo Jesús.
Podemos confiar a Dios con los cambios…
Porque Él es el mismo: ayer, hoy y siempre.
Porque Él es un buen Dios.
Porque Su palabra nos dice que Su plan para nosotros es para prosperarnos y no dañarnos.
Porque Él conoce el fin del principio.
Porque Sus promesas son Sí y Amén.
Y porque lo opuesto de confiar a Dios es confiar en nosotros mismos, lo cual nos lleva a un peldaño resbaloso hacia la desesperación.
Él es leal y Él usará todo para el bien.
La historia de Noemí es solo UN ejemplo de Su lealtad durante las temporadas de cambio.
Puedes leer una y otra vez como Dios lleva a Sus hijos a través del cambio, la salida de escoger a Dios, y lo que ocurre cuando corremos de Dios en momentos de cambio. Mientras estudias su lealtad, aprenderás más y más acerca del PORQUE puedes confiar en Dios con los cambios. Mientras comienzas a confiar en Él en los pequeños cambios de la vida, el músculo de tu fe se fortalecerá y aprenderás que Él es merecedor de tu confianza.
Pero una cosa permanece… Él es leal. Él conoce el plan que tiene para nosotros (Jeremías 29:11) y Él usará TODAS las cosas por el bien (Romanos 8:28).
El CAMBIO ocurrirá, las temporadas vendrán e irán. La pregunta es, ¿a QUÉ anclaremos nuestras almas para que nuestras familias y nosotros no nos dejemos llevar por las mareas del cambio?
Misty Honnold es la fundadora y directora de la organización sin fines de lucro “La Madre Soltera KC” Misty equipa, entrena y empodera mujeres a descubrir la fuente de su fortaleza en Cristo. Ella publica un blog semanal en el sitio web “La Madre Soltera KC” así como también como freelancer en otras publicaciones. Está trabajando en su primer libro que será publicado en 2016, una enseñanza autobiográfica de Cantar de Cantares.