Recuerdo hace dos años hablar con varios pastores en la República Dominicana sobre la revolución moral ocurriendo en nuestras naciones, cambiándolas de una forma que ya no están tan fácilmente abiertas a principios cristianos, y van más y más abrazando perspectivas seculares sobre la familia, la sexualidad, y la moralidad.
Este patrón cultural continúa, y recientemente se ha visto aún más en las declaraciones de la embajada de Estados Unidos para apoyar la agenda gay en la República Dominicana. En respuesta a estas declaraciones, varias organizaciones cristianas han intervenido para defender el desarrollo social de su nación.
Esta semana tuve la oportunidad de corresponder con Tony Flaquer, presidente del Grupo Acción Cristiana RD, sobre su próximo evento, el papel del cristiano en la política, y la importancia de defender contra la corrupción moral de una sociedad.
El mundo está experimentando una revolución moral, la cual está siendo promovida a través de las agencias de los centros de poder global, y mediante legislaciones que están siendo incorporadas en muchas naciones. Élites compuestas por minorías urbanas neopaganas están diseminando su cosmovisión para convertirla en un ordenamiento ético mundial. La herejía antropológica se ha tornado en el debate de estos tiempos, torciendo la verdad revelada por Dios sobre lo que es la masculinidad y feminidad bíblica, el matrimonio, la sexualidad, la autoridad paterna, y el derecho a disponer de la vida del no nato, etc.
Las iglesias han sido arrastradas a un debate en la esfera política; la libertad de expresión de las iglesias para manifestar la voz de Dios a las naciones en donde se han implantado estas legislaciones está siendo coartada. El resultado ha sido una persecución abierta a la iglesia de Cristo. Los valores judeocristianos, que permearon nuestras leyes en occidente, están siendo desguazados para traer un enfoque amoral, individualista y hedonista al orden social.
La iglesia tiene que dar respuesta a estos retos de una manera bíblica, para no caer en dos extremos errados. Por un lado, el de dejar su rol primario de pastorear las almas de sus miembros, siendo columna y baluarte de la verdad, edificando a los santos para la obra del ministerio, y llevando el evangelio por todo lugar. Por otro lado, no ser una iglesia aislacionista fuera del debate de este tiempo. Esto último ha llevado a la iglesia a sufrir las consecuencias de ser golpeada por esta ola muy tarde, porque no se preparó para esta lucha, ni estuvo presente en los foros en donde se discutían estas cosas.
¿Hay lugar en la política para un cristiano?
Cristo es el Señor de todas las esferas de la vida, y la esfera política no es una excepción. El creyente está llamado a ser luz del mundo y sal de la tierra, y debe llevar la verdad y la justicia a todo lugar. No todos los creyentes deben involucrarse directamente en la política: esta requiere un llamado y dones que no todos poseen. Pero algunos serán llamados a este servicio.
No existe ningún texto bíblico que impida que un creyente con estos dones y vocación entre en la arena política, más bien Dios nos ha dejado ejemplos de hombres que hicieron un gran bien a su generación desde estas esferas. Daniel, Josías, Ezequías, William Wilberforce, y otros son ejemplos de lo que decimos. La diferencia en los creyentes llamados a la política debe ser, que su motivación allí sea la de servir con integridad a Cristo y a la patria. Lamentablemente algunos políticos llamados cristianos van a la política detrás de gloria, dinero y poder. Cuando esto ocurre es un vituperio al nombre del Señor, pero esto no debe disuadir a aquellos que con limpia conciencia van a glorificar a Dios desde allí.
Los pastores sin embargo no deben estar metido a políticos como ocurre en muchos lugares; su llamado es a pastorear la grey de Dios y a preparar a los santos para la obra del ministerio. Esto no impide que en momentos críticos de la nación, líderes y pastores se involucren en luchar por temas como la defensa de la vida, y en contra del matrimonio homosexual, lo cual aunque son temas políticos, porque afectan las políticas de una nación, no son necesariamente partidarios, es decir en abierto proselitismo de un partido especifico, lo cual debe ser evitado, porque puede ser divisivo en las iglesias.
¿Por qué es importante para los cristianos defender contra la corrupción moral de una sociedad?
La Gran Comisión del cristianismo no es moralizar un pueblo, sino predicar el evangelio para la salvación de las almas. Nosotros no creemos que la moral salve a nadie.
No obstante el grado de corrupción moral de una sociedad es un termómetro de cuán alejada está de Dios y de Sus leyes. Esto tiene un efecto en el buen desempeño de un gobierno, y en su desarrollo económico y social. Así se mostró en la Reforma protestante, en donde las legislaciones y constituciones políticas que resultaron de este movimiento ayudaron al desarrollo de esas naciones. En contraste a lo anterior, otras naciones que no adoptaron esta ética quedaron rezagadas económica y socialmente.
El grado de moral de una sociedad afecta el buen desenvolvimiento de la obra de la Iglesia en el mundo. Mientras más tinieblas hay, más oposición habrá al evangelio. Pablo nos exhorta a orar en I Timoteo 2:1-3 para que podamos vivir quieta y reposadamente, y esto es el resultado de una sociedad en donde impera la justicia. Sin un orden moral no es posible la justicia, y sin esta los pueblos van hacia la anarquía. En sociedades donde impera el mal y gobiernos corruptos, es difícil predicar el evangelio y propagar el mismo.
Las leyes de una nación son la expresión de su moral. La otra cara de la moneda es que las leyes se convierten en su moral. Si permitimos leyes que erradiquen la moral judeo cristiana que forjó la civilización occidental, y peor, sin el consenso de las mayorías, la nación terminará adoptando esas leyes como su código ético para todos. El resultado de esto será más tinieblas y más injusticia.
Finalmente, la moral no es posible sin el referente de un absoluto, y a la larga esto tiene que llevar a un pueblo a buscar ese absoluto en Dios, el soberano. Sin los absolutos de un Dios legislador a quien hay que dar cuentas, la ética entra en un relativismo absurdo como el que vemos hoy en día.
En Romanos 13, Pablo dice que los gobiernos están para castigar lo malo e incentivar lo bueno. Obviamente esta ética implícita en Romanos 13 viene de Dios, quien instituyó los gobiernos. El estándar ético de este código de castigo y premio era para aplicarse no solo a los creyentes sino a todos, aunque su origen era la ley divina.
¿Cómo pueden nuestros lectores participar en este conversación? ¿Qué pueden hacer para recibir más información e involucrarse en este tema?
Si quieres saber más del movimiento “Grupo Acción Cristiana RD “que auspicia este seminario, y conocer de su Misión, Visión y Manifiesto, puedes buscar información en nuestra página.
Muchas gracias por su tiempo, hermano.
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Este es un artículo escrito por Steven Morales originalmente publicado en COALICIÓN POR EL EVANGELIO. Publicado con permiso del autor. Todos los derechos reservados.
Encuentre el artículo original en: En defensa contra la corrupción moral: Una entrevista con Tony Flaquer
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