Difícilmente podría creer cuando vi el mensaje directo que recibió mi hija adolescente: “Eres muy fea para estar posteando selfies.” Un chico que ella ni siquiera conoce le envió esto a su Instagram. (¿Qué hace que alguien busque la manera de herir a un desconocido?) Mi hija resulta ser una joven hermosa, pero ese no es el asunto. A pesar que es equilibrada, articulada, lista y creativa el mensaje la asombro. Las redes sociales ejercen una influencia poderosa en nuestros hijos adolescentes. Sus mundos están creados por Instagram, Snapchat y YouTube. Probablemente reciban sus noticias en Twitter y Facebook, aunque mis hijos me dicen que solo personas mayores de 30 usan Facebook ahora. Las redes sociales pueden ser una forma de comunicación poderosa de la verdad de Dios, pero también pueden herir. Algunos chicos la usan para molestar a otros o para lanzar indirectas a amigos con los cuales están molestos. Sin duda alguna, las redes sociales nos pueden sorprender, y tengo que admitir que no soy muy distinta a mis hijos. Cuando observamos fotos hermosas en Instagram, comenzamos a sentirnos poco atractivos. Lo que tenemos, los lugares a los que vamos, y las personas que conocemos no lucen tan emocionantes como las imágenes glamorosas que vemos, y antes de darnos cuenta, comenzamos a sentirnos menos positivos acerca de nosotros mismos. Las redes sociales pueden impactar en nuestra imagen propia.