Jesús replicó: —¿Qué está escrito en la ley? ¿Cómo la interpretas tú? ~Lucas 10:26
La respuesta al intérprete de la ley sobre cómo heredar la vida eterna fue sabiamente contestada por el Señor Jesús con otra pregunta lo que expuso el núcleo de las ansiedades y demostró un dilema aún más inquietante: la interpretación de las escrituras. Este episodio es irónico ya que el principal quehacer de este hombre era el de interpretar los textos sagrados. Su error estaba arraigado precisamente en un entendimiento equivocado de las escrituras.
El problema que Cristo enfrentó no se restringió solamente a aquel intérprete de la ley. Los debates que tuvo con los fariseos y los saduceos demuestran que la causa de los infortunios de la religion en Israel era hermeneutico (Juan 5:39; Mateo 22:29). No obstante, al predicar el sermón del Monte el manejo sublime, perfecto, que El Mesías tuvo con las escrituras arrebato a las personas en favor de la verdad (Mateo 7:28-29). Cristo aparece en los evangelios como hermeneuta verdadero (Marcos 7:10-13). Jesus señala las malas conclusiones, disipa las dudas, dice el sentido preciso del texto y enmudece (o enfurece) a sus opositores.
La tarea de interpretar es inevitable como bien deja en visto la pregunta de Cristo al especialista de la ley. Se trata de pasar de una respuesta humana a una revelación. Esta actividad hermenéutica genera la confección de las creencias y confesiones, que son en sí mismos, el cumplimiento de la orden bíblica en cuanto a profesar la verdadera doctrina (Lucas 12:8). Estos símbolos a la vez sirven como molde base para la fiel interpretación de la palabra. Las traducciones no son las escrituras, por lo que no deben de ser aceptadas como tales. Por otra parte nadie comienza desde zero al interpretar las palabra sin herramientas para este propósito. Hasta los mismos fanáticos quienes dicen no tener referencia alguna para el texto de las escrituras, hacen de ellos mismos punto de referencia o partida para su interpretación. Y el daño es inmensamente hecho por una ametralladora hermenéutica subjetiva.
Hoy en día el cuadro no es diferente de los principios de la era Cristiana. Bueno, a parte del empedernido divisionismo del cristianismo que viene de las propias, competidas y absurdas interpretaciones de la palabra de Dios. Ellas no son fruto de una exégesis pública (extracción del sentido dado) y si de una eisegesis privada del texto, la tentativa humana y arrogante de forzar la palabra, e imponer sobre sus paginas un sentido extranjero al inspirado por el Espíritu Santo.
Asi la totalidad de la iglesia y cada uno de nosotros somos insitados por medio de un esfuerzo público a examinar la palabra, confesarla, voltear al texto bíblico para verificar la exactitud de la escritura de la doctrina que profesamos, confesarla nuevamente, con las correcciones apropiadas en caso de que las haya y asi sucesivamente.
Todos daremos cuentas a Dios de nuestras obras inclusive en cuanto a la interpretación precisa o errónea de la palabra eterna. En cualquier caso, en el tribunal final de todas las controversias la piedra de toque es y será el Espíritu hablando a través de la escritura (Hechos 15: 15-16, 28). Este es el grito de la confesión reformada: “¡Sola Scriptura!” Ese es el grito de Cristo (Mateo 5, 17, 18 & Juan 10:35).
El encuentro del Señor Jesús con aquel intérprete de la ley deja claro que ningun hombre puede llegar a un entendimiento correcto de la palabra de Dios sin el socorro del mismo Cristo. No se trata solamente de imitar los métodos y parecer hermenéutico, más por encima de todo se trata de arrodillarnos a sus pies para aprender. Interpretar la palabra requiere antes que nada ser un siervo de Cristo, puesto que Cristo como nuestro profeta toma placer en abrir nuestras mentes para que contemplemos las maravillas de su ley. Movidos con poder y osadía presentamos a Él “sacrificio vivo de alabanza, es decir, el fruto de los labios que confiesan su nombre” (Hebreos 13:15).
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Esta es la traducción de un artículo escrito por Wellington Costa originalmente publicado en el blog de Inconformados. Traducido y publicado con permiso del autor.
Wellington Costa es periodista y teólogo, es uno de los contribuidores del blog cristiano Inconformados desde la ciudad de Salvador, Bahía en Brasil.
Encuentre el artículo original en Portugués aquí: Por que ser confessional?
**Traducido al Español por Ernesto Santiago