El título que grita, “Los millenials dejan la iglesia en manadas”, es suficiente para hacer que los padres teman por la fe de sus hijos. ¿Hay algo que podamos hacer para cambiar la marea en nuestros hijos practican su fe? ¿Alguna sabiduría que nos ayude a que nuestros hijos mantengan su fe? Si eres un padre cristiano, sin duda querrás que tu hijo siga también a Cristo. El apóstol Juan explicó este deseo de su corazón cuando escribió, “No tengo mayor gozo que éste: oír que mis hijos andan en la verdad.” (3 Juan 1:4) Cuando un niño, adolescente o adulto joven viven por su fe, no hay mayor alegría. Pero tampoco hay un dolor mayor cuando un niño deja su fe. Los padres no pueden garantizar que sus hijos permanezcan con fe -su fe es su elección- hay algunos pasos proactivos que los padres pueden tomar para ayudar. Luego de más de dos décadas y media como padre, me gustaría compartir 10 consejos que he aprendido para ayudar a los niños a mantener su fe.
1. La fe genuina es más captada que enseñada
Cuando nuestros hijos ven la autenticidad de nuestra fe, aumenta la de ellos. Y acá está lo que pasa: No puedes simular la autenticidad -por lo menos, no con aquellos que ves día y noche- Cuando nuestros hijos nos ven humillarnos ante el Señor, pedir perdón cuando erramos, seguir a Cristo a medida que vivimos nuestra vida y sienten nuestro amor incondicional, están afectados - aún si en un momento dado parecen perder su camino.
Por el contrario, cuando un niño es criado en un hogar (o iglesia) donde la hipocresía corre desenfrenada, el legalismo prevalece, la apatía espiritual es la norma, o la gracia está ausente, también se ven afectados, pero no de una manera que los motive a mantener su fe a medida que avanzan hacia la adolescencia o la adultez. Este tipo de modelos aleja a más niños de su fe que cualquier otro factor individual.
Por favor, no saltes este punto. Tu caminar de fe es el factor más influyente en la caminata de fe de tu hijo. ¡Así de importante es!
2. Tomate sus preguntas en serio
¿Tu hijo tiene preguntas acerca de Dios? Bien. No evadas u omitas las preguntas, no avergüences a tu hijo por tener preguntas. Afirma la exploración de tu hijo al proveer respuestas apropiadas para su edad. Si la pregunta de tu hijo te toma por sorpresa ayúdale a encontrar la respuesta.
Las preguntas -incluso las más desafiantes- son buenas para la fe de tu hijo. Cuando un niño obtiene respuestas reales, su fe es más probable que se convierta en algo real.
3. Lidia con cosas fuertes que se avecinen
Responder una pregunta de fe se compara fácilmente a lidiar con las cosas verdaderamente fuertes de la vida: preguntas como ¿por qué las personas mueren?, ¿por qué los creyentes hacen cosas que no son sanas?, o ¿por qué la iglesia está dividida?, por ejemplo. Y aún, es importante -vital, incluso- lidiar con asuntos difíciles, dolorosos o confusos relacionados a la fe de ahora en adelante. Puedes ayudar a tu hijo a mantener su fe al responder preguntas que él o ella podrían no preguntar pero que querrían saber.
Hace varios años, algunos de los líderes de la iglesia en donde mi esposo sirvió como pastor de enseñanza, tomaron algunas decisiones poco santas. Muchas personas salieron heridas. Mi esposo y yo estábamos devastados. Nuestro hijo estaba en la secundaria en ese momento, en la edad precisa en la cual la fe es forjada u olvidada. Enterados de cómo la situación podría afectar de forma adversa la fe de nuestro hijo, mi esposo tuvo varias conversaciones de corazón a corazón con él, respondiendo sus preguntas silenciosas. ¿Por qué cosas como estas ocurren en la iglesia? Mi esposo explicó cómo los cristianos pueden tomar decisiones que no siempre honren a Cristo, y le señaló a nuestro hijo la importancia de mantener sus ojos y corazón puestos en Jesús. Creo que esas conversaciones proactivas ayudaron a que la fe de nuestro hijo permaneciera intachable, aun con una mirada personal y de cerca a la hipocresía cristiana.
4. Haz que el hogar sea el lugar principal en el que sus hijos aprendan sobre Dios.
El hogar es el lugar principal en el que los niños aprenden acerca de Dios, intencionalmente o no. Lo hermoso es esto: no es necesario ser un teólogo para enseñarle a su hijo sobre Dios, sólo un padre amoroso que anhela que su hijo ame a Dios. Dios hace que la enseñanza de la fe sea simple: “para que prolonguéis vuestros días en la tierra que el SEÑOR juró dar a vuestros padres y a su descendencia, una tierra que mana leche y miel.” (Deuteronomio 11:9)
En otras palabras, habla de Dios en la vida cotidiana.
¿A qué se parece esto? ¡Es fácil! Enséñale a tu hijo de preescolar que Dios hizo los animales mientras les enseñas que las ovejas dicen “beeee”. Lee historias de la Biblia para niños a tu hijo (¡también le encantará esto!). Habla sobre cómo Dios es nuestro creador, nuestro salvador, nuestro consolador y nuestro proveedor.
Con niños mayores y adolescentes, comparte lo que Dios le está enseñando (asegúrate de compartir en lugar de sermonear). Sus hijos serán alentados a saber que Dios está trabajando en tu vida, mientras trabaja también en las suyas. Esto también hará que hablar de Dios sea normal, no algo extraño de lo que solo hablas en la iglesia.
Si deseas que tus hijos mantengan su fe, no cometas el error de transmitir la responsabilidad a otra persona de enseñarles acerca de Dios.
5. Haz de la iglesia una prioridad
Si bien la responsabilidad principal de enseñarle a tu hijo acerca de Dios es tuya, la importancia de una comunidad de la iglesia para mantener fuerte la fe de tu hijo (¡y la tuya también!) no puede exagerarse. Este es el por qué:
Primero, cuando la importancia de reunirse con el pueblo de Dios se reemplaza con la importancia a los deportes, la recreación o cualquier otra cosa, los niños aprenden a adorar esas cosas en lugar de a Dios. De hecho, le estás enseñando a tu hijo: “Adoramos por sobre todo al fútbol (o béisbol, o porristas, o...)”. No estoy hablando de dejar de ir a la iglesia de vez en cuando, sino más bien de elegir hacerlo constantemente cuando otras cosas son prioridad. No puedes hacer que la iglesia sea una prioridad en segundo lugar, luego te rascas la cabeza, confundido cuando tu hijo en edad universitaria deja de ir a la iglesia.
En segundo lugar, cuando tu hijo llega a la adolescencia, la influencia de los padres a menudo pasa a un segundo plano, por un tiempo. Necesitas que otras personas piadosas hablen e influyan en la vida de tu hijo. Tu hijo necesita amigos piadosos, tu hijo necesita mentores sabios, amorosos y piadosos. El mejor lugar para encontrar lo que tu hijo necesita es la iglesia.
Si desea mantener fuerte la fe de tu hijo, busca una iglesia saludable, vivificante, que enseñe la Biblia, centrada en Cristo, y que él asista regularmente. ¡Y que los días de la iglesia sean divertidos! Desea que tus hijos tengan recuerdos felices asociados con Dios y con la gente de Dios. Es un hábito que cosechará beneficios en los próximos años.
6. Ora por tu hijo y por su fe
Una de las cosas más impactantes que los padres pueden hacer es orar por sus hijos. Comenzamos la práctica de orar por nuestros hijos a la hora de dormir cuando eran niños, y seguimos haciéndolo hasta cuando estaban en secundaria. Mantuvimos nuestras oraciones simples, positivas y motivacionales (no oraciones correctivas como “ayúdala a que sea buena con su hermana”).
Con el pasar de los años, oramos desde “ayúdale a tener felices sueños” hasta “ayúdale a encontrar un amigo sabio, que también sea divertido”. Adicional a orar por sus necesidades inmediatas como buenos sueños, buenos amigos y buenas notas pedimos por su vida espiritual también. Ora por la fe de tu hijo. Ora por su salvación. Ora porque camine con Cristo. Ora porque sea lo suficiente fuerte en su fe y sea un influenciador para Cristo. Ora porque sea una líder cristiana de su generación. Tus oraciones construirán la fe de tu hijo, así que ¡ora! Si no lo haces ¿quién lo hará?
7. Conoce la cultura de tu hijo y a sus amigos
En generaciones previas, esta era sencilla. Ahora no lo es. Con la llegada del internet, conocer quién y qué influencia a nuestro hijo puede ser un misterio. Esto requiere vigilancia, la cual puede ser difícil para padres que a menudo llegan al punto de estar exhaustos. Aun, si quieres que tu hijo mantenga su fe, debes saber que influencias están afectando - o incluso impidiendo su fe.
¿Cómo haces esto? Conoce bien a los amigos de tu hijo. Conoce a sus familias. Monitorea sus redes sociales y el uso del internet. Entérate de lo que tu hijo ve y escucha. No asumas nada. No tengas miedo de decir “No, eso no está bien” y explicar el porqué. Mantén las líneas de comunicación abiertas para poder discutir cómo la cultura afecta nuestro cerebro.
8. Comparte tu propia historia de fe.
Este es un componente a menudo pasado por alto, pero tremendamente poderoso para ayudar a nuestros hijos a mantener su fe. ¿Conocen tus hijos tu historia de fe? ¿Saben cómo llegaste a creer? ¿Quién o qué te influenció? ¿Qué te ayudó a crecer? ¿Qué obstáculos superaste? ¿Qué remordimientos esperas que eviten?
¿Tus hijos conocen tu testimonio?
Deberían. Porque tu historia es parte de su historia.
Cuando compartes tu camino de fe, haces que la fe sea personal. Concreta. Íntima. Real. Por supuesto, querrás mantener tu historia según la edad. Pero, aun así, no supongas que tus hijos saben cómo nació tu fe. Cuéntales.
9. Enseñe a sus hijos a respetarlo ahora, para que sepan cómo respetar a Dios más tarde.
Para un niño, un padre es la máxima autoridad. Cómo se relacionan contigo determina cómo se relacionarán con otras figuras de autoridad, incluido Dios. Cuando enseñamos a nuestros hijos con amor para que nos respeten y sigan nuestras instrucciones, los ayudamos a aprender a honrar a Dios y a seguir Sus instrucciones. Un niño al que sistemáticamente se le permite gobernar el gallinero en su hogar le resultará difícil permitir que Dios gobierne y reine en su corazón.
Una palabra de advertencia: en tu búsqueda para enseñar respeto, no uses las Escrituras como un arma. La Palabra de Dios debe ser una lámpara para nuestros pies, no un golpe de dos por cuatro sobre nuestras cabezas. He escuchado a los padres usar erróneamente versículos de la Biblia para avergonzar a sus hijos a obedecer. Haz todo lo que esté a tu alcance para hacer de la Palabra de Dios algo que sus hijos amen, no algo que teman. Sostenla como la Palabra de Vida, porque lo es.
10. Por encima de todo, el amor
El viaje a la fe de tu hijo puede tomar un poco de tiempo. No entres en pánico. Y no lo tomes personal. Es algo fuerte, pero resiste la urgencia a entrar en pánico o a tomarte la lucha de tu hijo como algo personal, así tendrás la claridad que necesitas para responder de forma sabia.
Si tu niño o adolescente duda o pierde su fe, deja que te ponga de rodillas. Ora como si la vida de tu hijo dependiera de eso. Pero no te detengas ahí. Ama a tu hijo como si su vida dependiera de eso.
Puede parecer que no es así en el momento, cuando la fe de tu hijo falla tu fe tiene la oportunidad de crecer. Tienes la oportunidad de ser más como Cristo de lo que has podido antes, porque se requiere que muestres amor de formas que nunca lo habías hecho.
Lo que parece amor dependerá de las necesidades de tu hijo. Pero mientras busques sabiduría, aférrate a esto: Por encima de todo, el amor.
Luego deja que Dios escriba la historia de tu hijo, mientras escribe la tuya.