1. Primero, ora
Nada es más importante que pedirle a Dios que te ayude a navegar a través de las aguas de la confrontación. Si se hace mal, puede destruir una relación. Pero si la confrontación se hace de forma correcta, puede salvar la vida espiritual de alguien. Pide a Dios que controle tu lengua en los momentos que quieras defender tu posición. Pídele que te otorgue valentía cuando necesites llamar al pecado por lo que es.
Y lo más importante, pide a Dios que suavice tu corazón y exprese compasión por tu amigo y su situación. A menudo hay algún quebrantamiento que tratan de llenar con pecado. Guíalos de forma genuina de vuelta a una vida de justicia y llévalos a Cristo, que es el único que puede llenar los vacíos en sus almas.
2. Emociónate por la comunidad y apunta a Cristo
La intención de Dios era que viviéramos en comunidad. Como se muestra en las escrituras, de la creación de Adán y Eva en Génesis hasta el final de Apocalipsis, nuestro viaje con Dios era para ser compartido en comunidad con otras personas. La mejor forma de confrontar a alguien que vive en pecado es conocerlos primero. No hay mejor forma de hacerlo que uniéndose a un pequeño grupo juntos.
En el escenario de los grupos pequeños, las personas comparten más abiertamente una vez que la confianza se ha establecido. La comunidad del grupo pequeño puede ayudar a sostener a alguien cuando luchan, y a darles golpecitos en la espalda cuando experimentan triunfos.
“Y que los tengáis en muy alta estima con amor, por causa de su trabajo. Vivid en paz los unos con los otros” 1 Tesalonicenses 5:13
3. Proveer apoyo
Éxodo 17:12 dice, “Pero las manos de Moisés se le cansaban. Entonces tomaron una piedra y la pusieron debajo de él, y se sentó en ella; y Aarón y Hur le sostenían las manos, uno de un lado y otro del otro. Así estuvieron sus manos firmes hasta que se puso el sol.”
Todos necesitamos ayuda en la vida, especialmente cuando Dios nos llama a circunstancias fuertes. Es importante formar parte de un cuerpo de iglesia, servir en ministerio y hacer amistades porque los tiempos son fuertes puedes llamar a tu propio Aarón y Hur – esas personas que tienen la voluntad de levantarte y apoyarte cuando eres muy débil para hacerlo por tu cuenta.
4. No tengas miedo
En la iglesia hoy en día, es muy común confrontar a alguien con amor para señalar su pecado. Se hace de forma común sin conocer a la persona primero, lo que ocasiona que se enfaden fácilmente porque alguien que no los conoce los juzga.
Cristianos espiritualmente inmaduros niegan el trabajo duro del discipulado y el desarrollo de las relaciones. Sin una base en las relaciones, es probable para ambas personas ponerse a la defensiva en una confrontación.
Efesios 4:15 dice, “Sino que, hablando la verdad en amor, crezcamos en todos los aspectos en aquel que es la cabeza, es decir, Cristo”
Hablar con la verdad de forma amorosa ayuda a otros a ver dónde el pecado los bloquea de tener una relación vibrante con Cristo. Negar los aspectos de la comunidad cristiana indica un deseo más grande por la aprobación de otros que por el florecimiento espiritual de otros.
5. Juzgar, en vez de condenar
¿Has escuchado este dicho popular? “¿Quién soy para juzgar”? Suena bien, pero ¿sabías que a los cristianos se les comanda en las escrituras a juzgar?
1 Corintios 5:12-13 dice, “Pues ¿por qué he de juzgar yo a los de afuera? ¿No juzgáis vosotros a los que están dentro de la iglesia? Pero Dios juzga a los que están fuera. Expulsad de entre vosotros al malvado.”
Más que juzgar, se nos llama a discernir si una acción es correcta o está errada basada en las escrituras. Es nuestra responsabilidad ayudar a nuestros amigos cuando están sumergidos en pecado. El juicio tiene su lugar dentro del cuerpo de la iglesia, pero no es lo mismo que la condena.
El juicio dice, “Lo que estás haciendo está mal, ¿Qué puedo hacer para ayudarte?”. La condena dice, “Lo que estás haciendo está mal, y eres una muy mala persona por hacerlo” ¿Ven la diferencia?
Las escrituras están claras, “Por consiguiente, no hay ahora condenación para los que están en Cristo Jesús, los que no andan conforme a la carne sino conforme al Espíritu.” Romanos 8:1. El juicio ayuda a que las personas estén en sintonía con Dios, mientras que la condena los lleva más profundamente hacia su pecado.
6. Sé un amigo
“En todo tiempo ama el amigo, y el hermano nace para tiempo de angustia.” Proverbios 17:17
Eso significa en los tiempos buenos y malos. Incluso cuando un amigo está haciendo algo que no deberían estar haciendo, deberíamos amarlos. Pero el amor no significa que dejarás que alguien se inmiscuya en comportamientos destructivos.
Haz sacrificios cuando sea apropiado, como ofrecerte para que tu amigo te llame día y noche si te necesitan. Motívalos a asistir a la iglesia regularmente. Ayúdalos a conectar con un creyente maduro que los oriente hacia la madurez.
“y consideremos cómo estimularnos unos a otros al amor y a las buenas obras, no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos unos a otros, y mucho más al ver que el día se acerca.” Hebreos 10:24-25
7. Edúcate
Muchos recursos de grandes cristianos han sido publicados acerca de reemplazar las mentiras con la verdad y cómo dejar atrás una vida de pecado. La mejor cosa que puedes hacer, adicional a señalar el pecado, es investigar razones comunes bajo comportamientos pecaminosos. El pecado de alguien señala su necesidad. ¿Qué mentiras cree esta persona acerca de sí misma? ¿Están negando el perdón a alguien querido? ¿Han sido heridos por alguien y ahora temen tener relaciones significantes?
Lee libros y mira videos de orientadores como el de los Doctores Tim Clinton, Henry Cloud, John Townsend y Neil Anderson para comenzar. Ellos enseñan a las personas a deshacerse de comportamientos dolorosos y recordarles a las personas quienes son en Cristo.
8. Ofrece confiabilidad real
No es suficiente señalar el pecado de alguien. Resulta de similar importancia ayudarlos a alejarse de repetir el mismo pecado una y otra vez. La confiabilidad, es más que escuchar a alguien hablar acerca de su pecado.
La confiabilidad cae plana cuando la persona confiesa y su amigo, con el cargo de la confiabilidad, simplemente reconoce el pecado o peor – dice, “está bien”. La persona necesita saber que pecar no está bien. Hay formas prácticas para ayudar al pecador a salirse (y alejarse) de comportamientos pecaminosos.
9. Sé firme
Declara firmemente que lo que están haciendo no está bien. Jesús, luego de sanar al hombre en Juan 5, lo sigue al templo. Allí, él dice, “No peques más, para que no te suceda algo peor.”
Antes de conocer a Jesús, este hombre era ciego a su pecado. Pero una vez se convirtió en seguidor de Cristo, fue subido a un estándar más alto. Nosotros también deberíamos someternos a un estándar más alto. Jesús no dejó que el hombre siguiera en su pecado, y no podemos permitir que nuestros hermanos y hermanas en Cristo sigan de esa manera.
10. Hablen a menudo.
Haz conversar con tu amigo a menudo una prioridad. Mientras más tiempo pase, más probable es que olviden ayudar. Si no pueden conocerse en persona, envíen un mensaje de texto o correo electrónico. Esto ayuda a tu amigo a recordar que te importa su situación. Un simple mensaje como, “Estoy orando por ti” comunicará un mensaje de amor hacia tu amigo.
Confrontar a un amigo siempre es fuerte. Es enredoso a veces, y escalofriante porque puede salir mal y destruir una amistad. Pero sin importar el resultado, si tú “dices la verdad con amor” descansa tranquilo al saber que estás haciendo lo correcto. Quizás no veas reconciliación entre ustedes, pero eventualmente verás el arrepentimiento y una relación reconciliada con Dios en el cielo, y esa es la mejor ganancia.
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Michelle S. Lazurek es una autora ganadora de premios, vocera, esposa de un pastor y madre. Ganadora del premio Golden Scroll en la categoría de libro infantil del año y la medalla de plata “Luz Fortalecedora”, es miembro de la Red de Autores Cristianos y la Asociación de Escritores y Voceros. Su primer libro publicado con la editorial Leafwood, “Una invitación a la mesa” salió en septiembre de 2016. Ella también enseña en varios talleres como, la Conferencia de Escritores Cristianos de Montrose. Ella y su esposo viven en Coudersport, Pensilvania, con sus dos hijos, Caleb y Leah. Para más información, por favor visita su sitio web michellelazurek.com