Nunca lo vi venir. Estábamos reunidos en grupo tomando un café, justo antes de una reunión, cuando de la nada un amigo hizo un comentario tajante que rasgó mi corazón. Me paré allí por unos minutos, paralizado, entendiendo de antemano por qué una herida de un amigo hiere más que una herida de un enemigo. (Salmos 55:12-14). Ese comentario punzante y doloroso me dejó tambaleando, preguntándome qué provocó ese desaire. ¿Había malinterpretado nuestra amistad? ¿Somos amigos o enemigos? ¿Qué haces cuando un amigo te hiere? Recibir “heridas amistosas” de personas que se supone deben amarnos puede romper nuestros corazones. Cerrarnos. Dañar nuestra confianza. Jesús experimentó lo mismo con Sus amigos también. Y de algún mudo, Él los siguió amando luego. Las heridas negadas y enterradas no sanan, es importante lidiar con ellas. Dios promete ayudarnos (Salmos 147:3). Cuando le traemos a Él nuestras heridas, él puede enmendar nuestros corazones y enseñarnos a amar más allá de nuestro dolor. De hecho, las escrituras proveen un montón de sabiduría santa para la sanación emocional. 5 cosas que hacer si has sido herido por un amigo