Cuando alguien más está viviendo la vida que quieres

Dios tiene un plan para todos y cada uno de nosotros. Un plan individual basado en nuestras facilidades, dones y necesidades únicas. Mirar la vida de alguien más y querer lo que tienen roba la alegría de las bendiciones que él ha escogido darnos. Él no nos lanza bendiciones aleatoriamente como si fuéramos personas en una multitud a las cuales se les lanzan obsequios. Él escoge bendecirnos basado en su conocimiento único de nuestras necesidades pasadas, presentes y futuras. Debemos estar agradecidos porque lo que nos da es precisamente lo que necesitamos en ese momento.

Escoger vivir una vida de agradecimiento nos lleva a tener una vida llena de paz y alegría. Va más allá de la superficie de lo que algunos puedan experimentar porque permite que te tomes el tiempo de apreciar en vez de acumular. Ser agradecido nos pone en el momento presente para estar completamente conscientes de los dones que tenemos hoy para poder abrazar y disfrutar de lo que está justo en frente de nosotros.

En Lucas 17, Jesús fue rodeado por 10 leprosos quienes rogaban por sanación. Luego de decirles lo que necesitaban hacer para estar sanos, tomaron la bendición que él les dio y siguieron con sus vidas. Pero uno de los leprosos estaba tan agradecido que regresó a Jesús, se lanzó a sus pies y lo alabó. Aunque los otros 9 también fueron bendecidos, no se molestaron en agradecer a quien les había otorgado la bendición. Simplemente tomaron lo que él les dio.

Hay bendiciones a nuestro alrededor. Bendiciones que ni siquiera hemos notado. Bendiciones que tomamos por sentadas. ¿Te tomas el tiempo para verlas y sentirte agradecido? Jesús le dijo al leproso que regresó: “Ve, tu fe te ha sanado.” Mientras que los otros fueron bendecidos y todos estaban físicamente curados, el que regresó a expresar su gratitud fue mejorado en formas que los demás no. Por ver la bendición y estar agradecido por ella, él la experimentó de una forma distinta en su vida que aquellos que simplemente se fueron con ella.

Se esa persona.

Como cristianos, no se nos llama a mirar la vida de los demás con celo, codicia o envidia. Se nos llama a celebrar con ellos. De verdad, a celebrar. Ser capaces de mirar las bendiciones de alguien más y saber que lo que Dios hace con sus vidas nos aumenta la fe también. Por otro lado, mirar las bendiciones de alguien más y sentir envidia hacia ellas arruina nuestra propia fe y posiblemente la fe de esa persona cuyas bendiciones envidiamos si permitimos que afecte la relación.

“¡Cuán grande es tu bondad, que has guardado para los que te temen, que has obrado para los que en ti se refugian, delante de los hijos de los hombres!” (Salmos 31:19).

Dios no maneja este mundo basado en lo que pensamos que es justo y merecido. Nuestro entendimiento de la justicia y el suyo son un poco diferentes porque él ve a la persona completa, la vida completa y el futuro completo todos en uno, y nos da lo que necesitamos en el momento preciso. Él no compara nuestras necesidades con las de aquellos a nuestro alrededor porque él posee una relación individual con cada uno de nosotros.

Así que, cuando tomamos la iniciativa de alinear nuestras vidas con las de los demás y compararlas, todo lo que hacemos es ofrecer al enemigo una grieta por la cual entrar. Un punto débil en el cual podemos empezar a trabajar con nuestras bendiciones en contra de nosotros con la esperanza de no quedarnos atrás en el camino que Dios tiene planeado para nosotros. No Podemos lograr ese plan si estamos estancados mirando el plan desenvolverse en otra vida y asumimos que de algún modo es mejor – o que por derecho lo merecemos.

Lo que codiciamos se convierte en nuestra meta de vida.

En vez de poner nuestras miradas en la vida de otro cristiano, mantengamos nuestros celos en orden. Codiciemos la gratitud. Emocionémonos por celebrar las bendiciones de otros y enfoquémonos especialmente en lo que podemos estar dando por sentado en nuestra vida.

Dios Padre,

Te agradecemos por todas las bendiciones que nos has dado. Danos la sabiduría para ver más allá de lo superficial de esta vida y de sentirnos agradecidos por todas las maneras en las que nos has bendecido que simplemente pasamos por alto o que damos por sentado. Insta en nosotros una naturaleza agradecida, que podamos estar más conscientes de tu presencia mientras nos esforzamos por caminar a tu lado.

Te lo pedimos en el nombre de Jesús, amén.