Escrito por Hank Hanegraaff
“Ahora os encomiendo a Dios y a la palabra de su gracia, que es poderosa para edificaros y daros la herencia entre todos los santificados. 33 Ni la plata, ni el oro, ni la ropa de nadie he codiciado. 34 Vosotros sabéis que estas manos me sirvieron para mis propias necesidades y las de los que estaban conmigo. 35 En todo os mostré que así, trabajando, debéis ayudar a los débiles, y recordar las palabras del Señor Jesús, que dijo: "Más bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:3236).
Bueno ya estamos de vuelta en esta temporada, la temporada de la navidad. Y aunque pueda sonar algo fuera de lugar, me gustaría hacerte una pregunta: ¿tienes el espíritu navideño? Me refiero al verdadero espíritu de la navidad. A lo mejor sería mejor preguntar, ¿que es el espíritu de navidad? ¿Es acaso ese sentimiento de estar en casa junto con los familiares y parientes, recibir regalos y disfrutar de dulces y velitas encendidas? ¿es la emoción de poder ver la anticipación en los ojos de los niños al abrir sus regalos? ¿O será que la navidad es algo distinto, algo más profundo?
La respuesta se, como en todas las cosas y situaciones, se encuentra en Cristo, quien vino a nacer en aquel pesebre en la ciudad de Belén hace más de dos mil años. Dios hecho carne, el verbo, Emmanuel, Dios con nosotros, todos esos son nombres dados a Jesucristo quien por nuestro bien, se despojó de toda riqueza celestial para nacer en un pesebre en una noche fría. En el libro de Filipenses podemos ver que dejándolo todo Jesús, “se despojó a sí mismo tomando forma de siervo, haciéndose semejante a los hombres. 8 Y hallándose en forma de hombre, se humilló a sí mismo, haciéndose obediente hasta la muerte, y muerte de cruz”.
Y viendo solamente por nuestro bien, se humilló así mismo para darnos redención y salvación.
Yo argumento que ese es el verdadero espíritu de la navidad. Es mucho más que la emoción que sentimos al recibir un regalo, es más que luces y fiestas. Todas estas son cosas son buenas y muy hermosas en sí, pero el espíritu navideño no se trata de lo que podamos recibir, sino de lo que podemos dar. Poder ser como nuestro señor y salvador, reflejar su amor, eso es parte de la navidad, además es algo que debemos hacer todos los días de nuestra vida.
Esta navidad, mi familia y yo tenemos una oración de navidad para ti, así como para nosotros mismos. Nuestra oración es que, al ver aquellas personas solitarias, o aquellas en dolor, o las que no tienen que comer podamos también vernos a nosotros mismos ayudándoles con un abrazo, con un consejo, o compartiendo una comida. Que podamos visitar a las personas en los hogares para adultos mayores. Que no nos olvidemos de los huérfanos ni de las viudas, que podamos ser y estar con ellos tal y como si fueran nuestra familia. Que podamos regalar el gozo y el pan de vida que es Cristo Jesús. Esto es el espíritu de la navidad.
“Jesús les dijo: Yo soy el pan de la vida; el que viene a mí no tendrá hambre, y el que cree en mí nunca tendrá sed. Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno come de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo también daré por la vida del mundo es mi carne”. (Juan 6:35, 51).