Escrito por: Jason Soroski

En la iglesia donde crecí, en la parte delantera de la habitación, justo debajo del púlpito, había una mesa con las palabras “haz esto en memoria de mi” inscrita. Recuerdo claramente esto y lo he visto escrito de alguna forma en muchas iglesias desde entonces. ¿Por qué estas palabras ocupan una posición tan prominente en nuestra fe?

El recuerdo es un aspecto importante del cristianismo. Como creyentes, nos sentimos alentados y fortalecidos al recordar la fe y los hechos de aquellos que nos precedieron. Recordamos que la nuestra es una fe antigua, recordamos las promesas de la palabra de Dios, y al hacerlo, nuestra confianza se construye confiando en Dios y viviendo en su verdad.

Hay varios lugares en las Escrituras donde se nos anima a recordar, pero el mandamiento de Jesús que se habló la noche en que fue traicionado se destaca del resto. Hay un significado profundo y vibrante en esta instrucción “haced esto en memoria de mi”, y este recuerdo continúa siendo la piedra angular de nuestra fe.

El origen del recuerdo y su cumplimiento

“También tomó pan y, después de dar gracias, lo partió, se lo dio a ellos y dijo: —Este pan es mi cuerpo, entregado por ustedes; hagan esto en memoria de mí. De la misma manera tomó la copa después de la cena, y dijo: —Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que es derramada por ustedes.” (Lucas 22: 19-20)

Los eventos en el Antiguo Testamento a menudo cumplen el doble propósito de cumplir las promesas de Dios a su pueblo en el momento, al tiempo que proporcionan una visión de lo que está por venir. Este hecho es uno de los más obvios, ya que Jesús cumple el significado de la Pascua.

Este versículo tiene lugar en el contexto de la Última Cena que Jesús tuvo con sus discípulos. Esta comida era parte de la fiesta judía de la Pascua, que se había observado anualmente desde que Moisés sacó al pueblo de Israel de Egipto. La Pascua original fue un acontecimiento milagroso y el evento fundamental en la formación del pueblo de Dios como nación. Después de haber sido esclavizado en Egipto durante siglos, esto representó la noche en que sus torturadores fueron castigados y los israelitas fueron liberados de la esclavitud de acuerdo con la promesa de restauración de Dios. El relato de Éxodo 12:12-14 describe lo que sucedió:

“Esa misma noche pasaré por todo Egipto y heriré de muerte a todos los primogénitos, tanto de personas como de animales, y ejecutaré mi sentencia contra todos los dioses de Egipto. Yo soy el SEÑOR. La sangre servirá para señalar las casas donde ustedes se encuentren, pues al verla pasaré de largo. Así, cuando hiera yo de muerte a los egipcios, no los tocará a ustedes ninguna plaga destructora. Este es un día que por ley deberán conmemorar siempre. Es una fiesta en honor del SEÑOR, y las generaciones futuras deberán celebrarla.”

El pueblo judío había observado esta comida cada año para recordar el cumplimiento de su promesa por parte de Dios. Cada año representaban la preparación para huir de Egipto y estar preparados para lo que venga después. Jesús lleva este concepto a su finalización cuando revela que él es el verdadero cumplimiento de la Pascua.

Aquí vemos a Jesús conmemorando, observando y recordando lo que Dios ha hecho al mismo tiempo que revela lo que Dios está haciendo y hará. Así como la sangre del cordero cubría los postes de la puerta, la sangre de Jesús cubre nuestros pecados. Los discípulos ciertamente volverían a observar esta comida, como lo haría toda la nación de Israel y la iglesia por venir, pero Jesús ahora le está agregando un significado más profundo. Al recordar la libertad de la esclavitud física, también recordamos el sacrificio de Jesús que nos libera de la esclavitud espiritual.

¿Es Lucas el único evangelio que incluye la frase “haced esto en memoria de mi”?

Para un mandato tan importante hablado por Jesús, podríamos imaginar que se registraría en los cuatro Evangelios. Sin embargo, este no es el caso, y la frase “haced esto en memoria de mi” solo se encuentra en el Evangelio de Lucas. ¿Esto le da menos importancia? ¡De ningún modo!

Es claro por los escritos de Pablo más adelante que esta frase era bien conocida y bien entendida dentro de la iglesia. Pablo lo repite textualmente en 1 Corintios 11: 23-26:

“Yo recibí del Señor lo mismo que les transmití a ustedes: Que el Señor Jesús, la noche en que fue traicionado, tomó pan, y después de dar gracias, lo partió y dijo: «Este pan es mi cuerpo, que por ustedes entrego; haced esto en memoria de mí». De la misma manera, después de cenar, tomó la copa y dijo: «Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; hagan esto, cada vez que beban de ella, en memoria de mí». Porque cada vez que comen este pan y beben de esta copa, proclaman la muerte del Señor hasta que él venga.”

Está claro que estas palabras de Jesús tuvieron una importancia significativa y se cimentaron en los corazones y las mentes de la Iglesia primitiva.

¿Cómo pueden los cristianos practicar este mandato hoy?

La forma más obvia de practicar este mandato es haciendo lo que la Iglesia ha hecho durante siglos: observar la comunión juntos regularmente, orando y reflexivamente considerando juntos lo que el Señor ha hecho por nosotros.

En Juan 6:56, Jesús dice algo extraño que no tiene sentido fuera de contexto: “El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí, y yo en ellos”. En ese momento, estas palabras hicieron que muchos se alejaran de él, pero ahora podemos ver claramente a qué se refería; El cumplimiento de la comida de la Pascua en su vida, sacrificio y resurrección. Al observar la Comunión hoy, nos declaramos en comunidad con él y con los demás.

En nuestro contexto inmediato, en este difícil momento de cuarentena y pandemia, parece casi imposible recordar a Jesús a través de la comunión como él instruyó a sus discípulos. De esa manera, podemos desanimarnos. Sin embargo, ¡no podemos asumir que Jesús no previó esto! Independientemente de nuestra situación, podemos recordar fielmente su sacrificio por nosotros diariamente en todos nuestros pensamientos, palabras y acciones y por medio de la comunión compartimos el pan y el vino proclamando y esperando su venida y de la misma manera en obediencia hacemos lo que él nos dijo, “haced esto en memoria de mi”.

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Jason Soroski es padre, enseña la escuela en casa y es autor de Un viaje a Belén: Pensamientos Motivadores para Navidad y de Esperanzas para el Año Nuevo. Sirve como pastor de adoración y en Colorado y pasa sus fines de semana explorando las Montañas Rocosas con su familia. Conéctate con Jason en Twitter, Instagram o a través de JasonSoroski.net.

Jason Soroski is a homeschool dad and member of the worship team at matthias lot church in St. Charles, MO. He spends his free time hanging out with his family, exploring new places, and writing about the experiences. Connect on Facebook or at JasonSoroski.net.