Con un ritmo más allá de nuestra orquestación regresa como todos los años muy puntualmente la Navidad. Como alguien que siempre ha disfrutado acobijarse bien, cantar villancicos, y anticipar la nieve, la navidad siempre llega a mi corazón como una invitación. Casa año sueño con encender las velitas y crear un espacio de calma y claridad y en lugar de querer llenarme de regalos comienzo a querer alejarme de las distracciones y comienzo a tratar de dar el tipo de regalos que el Señor Jesús daría.
Como consejeros, asistentes y pastores cristianos a menudo encontramos difícil el discernir entre un corazón malvado y un pecador ordinario que se equivoca, que no es perfecto y que está pleno de pecados y debilidades. Creo que una de las razones por las cuales no “vemos” la maldad porque se nos hace muy difícil creer acerca de la existencia de individuos malvados. No podemos imaginar a alguien engañándonos sin conciencia, hiriendo a otros sin remordimientos, creando invenciones extravagantes para arruinar la reputación de alguien, o pretendiendo que él o ella están espiritualmente comprometidos o que no temen a Dios ante sus ojos. La Biblia claramente nos dice que entre las personas de Dios hay lobos vestidos de corderos (Jeremías 23:14, Tito 1:10; Apocalipsis 2:2). Es cierto que cada corazón humano se inclina al pecado (Romanos 3:23), y eso incluye la maldad (Génesis 8:21; Santiago 1:4). Sin embargo, la mayoría de los pecadores ordinarios no complace los impulsos del mal felizmente, o tampoco se sienten bien al tenerlos. Nos sentimos avergonzados y culpables, justamente (Romanos 7:19-21). Estas cosas no son ciertas en un corazón malvado. Acá hay cinco indicadores de que puedes estar lidiando con un corazón malvado en vez de un corazón pecador ordinario. Si es así, esto requiere un enfoque totalmente diferente.
“Oh si mi esposo olvida llenar el tanque de gasolina del carro una vez más creo que gritaré” “Chica, sé lo que quieres decir. Mi esposo es tan olvidadizo. El otro día tuve que pedirle tres veces que sacara la basura” “Oh ¿y crees que eso es malo? Escucha esto...” ¿Soy la única que se siente como Tom el mirón cuando la gente divulga todas sus frustraciones con sus esposos en las redes sociales? ¿Hemos recorrido un largo camino de Ethel escuchando la conversación del vecino en su party line – o no? Cuando te encuentres frustrada con tu esposo, ventilar es una respuesta natural. Pero ¿dónde lo haces? En esta era en la que compartimos de más, a menudo es confuso saber la mejor forma de hablar acerca de las luchas en las relaciones. Así que primero reflexionemos en cinco malos lugares para divulgar los problemas de tu matrimonio.
Nota del editor: La columna del pastor Roger Barrier “Pregúntale a Roger” regularmente aparece en Predícalo, Enséñalo. Cada semana en Crosswalk, el Dr. Barrier pone sus casi 40 años de experiencia en el pastorado para responder preguntas relacionadas con la doctrina o práctica para personas, o dar consejos acerca de problemas en la iglesia. Envíale tus preguntas a [email protected] Querido Roger, ¿Qué piensas acerca del matrimonio gay? Me gustaría saber tu opinión sobre el asunto. Estimados que me han preguntado acerca del Matrimonio Gay. Primero, déjenme decirles que mi esposa Julie y yo estamos en desacuerdo con algunas cosas que intentaré compartir. Eso está bien. Hay muchos puntos de vista desde los cuales mirar este asunto. Ella piensa de una forma, yo lo hago de otra, y ambos creemos que tenemos la razón. Estas son las ocho perspectivas desde las cuales yo veo este tema tan cargado e importante.
Influencia: la habilidad de tener efecto sobre el carácter, comportamiento y desarrollo de otra persona. Lo sepas o no, todos tenemos influencia. Incluso, tú. Algunas personas tienen una influencia masiva. Como por ejemplo Selena Gómez, a quién se le pagan $500,000 por cada post en Instagram #loco. Mientras que otros tenemos menos influencia (Y no se nos paga por postear fotos de nuestros zapatos nuevos). Sin embargo, cada uno de nosotros tiene influencia, bien sea con nuestra mamá, algún compañero de trabajo, nuestros mejores amigos. Pero ¿cómo estamos usando nuestra influencia? Verás, como seguidor de Jesús, nuestra influencia debe enfocarse en Él, ante todo. En vez de hacerlo por nosotros mismos, donde estamos, nuestro negocio, cuenta bancaria o alguna cosa más –en vez de que trate solo de nosotros—nuestra influencia debería tratarse de Jesús. Así que, ¿Cómo influenciamos a otros? ¡Me alegra que lo preguntes! Acá hay tres formas prácticas de influenciar a otros. No por nosotros mismos, sino por Jesús:
Como cristianos, aprovechamos este momento para celebrar acerca de las mujeres que existieron antes de nosotros, desafiando la tradición y algunas veces arriesgando su vida para crear un impacto en sus familias, comunidades y en el mundo por el evangelio y gloria de Cristo. En el blog de la revista Carisma, “12 mujeres cristianas resplandecientes por las cuales debes celebrar”, la autora J. Lee Grady escribe, “Cuando pienso acerca de las mujeres empoderadas de mi generación recuerdo que ellas se paran en los hombros de mujeres pioneras y valientes que no tuvieron las ventajas de hoy en día.” Estas mujeres predicaron el evangelio, liberaron esclavos, protegieron niños y ayudaron a los pobres. Merece la pena celebrar este mes todo el trabajo hecho para Cristo. Estas mujeres predicaron el evangelio, liberaron esclavos, protegieron niños y ayudaron a los pobres. Merece la pena celebrar este mes todo el trabajo hecho para Cristo.
Todos hemos pasado por esto. Nos cruzamos con alguien en nuestras vidas y entendemos que no podemos seguir adelante con ellos por alguna razón. Nos preocupamos. Nos irritamos. Nos sentimos enormemente culpables. Y para ser francos, nos preguntamos si va en contra de nuestra fe el simplemente sacarlos de nuestra vida. ¿Está bien sacar a una persona de tu vida? En resumen, sí. Pero, antes de que hagas el corte con una navaja, hay cosas que considerar:
Joe Beth Smith no está casada, pero quiere estarlo. Su primer libro, Fiesta de Uno, no es como la mayoría de libros cristianos que he leído acerca de la soltería, los cuales, usualmente tratan la historia exitosa de cómo una persona casada atravesó la soltería. Por el contrario, Smith ofrece un vistazo honesto al mundo moderno del cristiano soltero, aventurero, confuso y solitario. Ella ofrece más preguntas que respuestas y más perspectivas que las suyas propias. Smith reporta acerca de las trincheras y los testimonios en su libro, los cuales coleccionó de encuestas de Facebook y discusiones de mesa de mujeres solteras de diferentes círculos cristianos de ciudades como Chicago, Nashville, Dallas y Lynchburg, VA. Smith escribe para mujeres cristianas solteras, quienes han luchado al escuchar consejos poco útiles y alejados de la Biblia, otorgados por personas en sus iglesias. Las personas casadas también tienen un montón que aprender de “Fiesta de Uno”, incluyéndome. Me casé con mi esposo hace un año, así que actualmente no me encuentro luchando con la soltería. He escuchado que las madres olvidan el dolor del parto una vez que sostienen a sus nuevos y hermosos bebés, y creo que esta pérdida de memoria afecta significativamente a las personas casadas. Estuve soltera la mayoría de mis 20s y aún puedo recordar algunos detalles, pero leer Fiesta de Uno me ayudó a recordar algunas de las luchas comunes y problemas a los que los solteros se enfrentan.
Nunca he sido adicta a drogas o al alcohol, pero he sufrido una adicción de otro tipo. De la nada, se me asomó el descubrimiento tal y como se descubre un cáncer de rápido avance. Decepcionada por su naturaleza socialmente aceptable, inicialmente no pensé que tenía un problema, hasta que era innegable. Hola, mi nombre es Kia y tengo una adicción a las redes sociales. Justo hace unos años era la mujer que no quería un teléfono móvil. “No necesito uno” discutía. A partir de entonces hice la transición hacia la mujer que no se despegaba de su celular. ¿A quién le importa si el resto del mundo tuiteaba, hacía FaceTime o se la pasaban en Instagram? Estaba contenta en mi cueva al lado de la de los Picapiedra. Luego probé el siglo 21 y me gustó. Me cambié a un teléfono inteligente, que contenía Facebook. Luego las cosas empezaron a cambiar cuando comencé un blog. Ahí es donde me sumergí dentro de la inmensidad como Michael Phelps: creándome un Twitter, Instagram, Google Plus y Pinterest. Todo el mismo día. Pronto me encontré a mí misma luciendo como el resto del mundo, con un dispositivo en una mano, deslizando a través de historias. Nos hemos convertido en una nación de adictos a las redes sociales, llevando los objetos de nuestra adicción a donde quiera que vamos. La responsabilidad de auto control yace en el individuo. Nosotros mismos tenemos que ser políticos. No hay logros pequeños de acuerdo a Adam Alter, un profesor de la Universidad de Nueva York que dice, “…cuando te dan un ‘me gusta’ en las redes sociales, todas esas experiencias producen dopamina, la cual es un químico asociado con el placer.” No estamos sujetos únicamente a nuestro poder de voluntad, sino acerca de un cambio químico en nuestro cerebro. He descubierto que Dios es el único remedio lo suficiente fuerte para liberarnos de las trampas de la tecnología. En él solamente, encontramos 10 buenas cosas que ninguna plataforma de redes sociales nos pueden ofrecer.