8
Antes, cuando no conocían a Dios, ustedes eran esclavos de los que en realidad no son dioses.
9
Pero ahora que conocen a Dios —o más bien que Dios los conoce a ustedes—, ¿cómo es que quieren regresar a esos principios ineficaces y sin valor? ¿Quieren volver a ser esclavos de ellos?
10
¡Ustedes siguen guardando los días de fiesta, meses, estaciones y años!
11
Temo por ustedes, que tal vez me haya estado esforzando en vano.
12
Hermanos, yo me he identificado con ustedes. Les suplico que ahora se identifiquen conmigo. No es que me hayan ofendido en algo.
13
Como bien saben, la primera vez que les prediqué el evangelio fue debido a una enfermedad,
14
y aunque esta fue una prueba para ustedes, no me trataron con desprecio ni desdén. Al contrario, me recibieron como a un ángel de Dios, como si se tratara de Cristo Jesús.
15
Pues bien, ¿qué pasó con todo ese entusiasmo? Me consta que, de haberles sido posible, se habrían sacado los ojos para dármelos.
16
¡Y ahora resulta que por decirles la verdad me he vuelto su enemigo!
17
Esos que muestran mucho interés por ganárselos a ustedes no abrigan buenas intenciones. Lo que quieren es alejarlos de nosotros para que ustedes se entreguen a ellos.
18
Está bien mostrar interés, con tal de que ese interés sea bien intencionado y constante, y que no se manifieste solo cuando yo estoy con ustedes.
19
Queridos hijos, por quienes vuelvo a sufrir dolores de parto hasta que Cristo sea formado en ustedes,
20
¡cómo quisiera estar ahora con ustedes y hablarles de otra manera, porque lo que están haciendo me tiene perplejo!
21
Díganme ustedes, los que quieren estar bajo la ley: ¿por qué no le prestan atención a lo que la ley misma dice?
22
¿Acaso no está escrito que Abraham tuvo dos hijos, uno de la esclava y otro de la libre?
23
El de la esclava nació por decisión humana, pero el de la libre nació en cumplimiento de una promesa.
24
Ese relato puede interpretarse en sentido figurado: estas mujeres representan dos pactos. Uno, que es Agar, procede del monte Sinaí y tiene hijos que nacen para ser esclavos.
25
Agar representa el monte Sinaí en Arabia, y corresponde a la actual ciudad de Jerusalén, porque junto con sus hijos vive en esclavitud.
26
Pero la Jerusalén celestial es libre, y esa es nuestra madre.
27
Porque está escrito:«Tú, mujer estéril que nunca has dado a luz,¡grita de alegría!Tú, que nunca tuviste dolores de parto,¡prorrumpe en gritos de júbilo!Porque más hijos que la casadatendrá la desamparada».c
28
Ustedes, hermanos, al igual que Isaac, son hijos por la promesa.
29
Y así como en aquel tiempo el hijo nacido por decisión humana persiguió al hijo nacido por el Espíritu, así también sucede ahora.
30
Pero, ¿qué dice la Escritura? «¡Echa de aquí a la esclava y a su hijo! El hijo de la esclava jamás tendrá parte en la herencia con el hijo de la libre».d
31
Así que, hermanos, no somos hijos de la esclava sino de la libre.